Uno vuelve siempre a los viejos sitios
donde amó la vida,
y entonces comprende como están de ausentes
las cosas queridas.
Cesar Isella
Muchos oficios,entidades y comercios se perdieron en el pueblo, con el devenir de los tiempos. Unos, por un lógico decante, ya que cayeron en desuso. Otros, porque Copetonas, al igual que otras localidades, se fué achicando en lo social y naturalmente, en lo comercial, y se hizo imposible sostener algunos rubros comerciales. En este sentido, los copetonenses terminaron adoptando la costumbre de viajar a Tres Arroyos ante algunas necesidades -de trámites, de telas, de calzado, de profesionales diversos, etc.-
Paso a contar el relevamiento que hicimos al respecto:
COLCHONERO: casi en los albores del pueblo, Humberto "Pacho" Mara (quien luego se casaría con Pilar Beltrán), fue colchonero en tiempos en que se usaban los colchones de lana. Para ello, debía primero escardar la lana, luego rellenar el cotín que previamente Mara había confeccionado, con aquellas largas y gruesas agujas "de colchonero."
TALABARTERO: También Humberto Mara fue talabartero, haciendo diversas piezas de cueros.
Trabajos artesanales, propios de una época en que había muchos carruajes: pecheras, ( que rellenaba con paja), algunas monturas y aperos.
RELOJERO: Hace años, cuando se descomponía algún reloj, de aquellos sonoros, a cuerda, eternos, de mesa y de bolsillo, se los llevaba a Hermógenes Fernández, el peluquero. Hoy no encuentro quien repare relojes en Copetonas.
ZAPATERO: Lo fué Scoccia ; después de él, no conocí otro. Pero antes hubo otros, como Blas Tallarico y Serafín Blanco.
HOJALATERO:Hubo, hace muchos años, un buen hojalatero, Ricardo, padre de Arsenio García. Ponía fondos de pavas, ollas; hacía fuentones, moldeaba chapas y chapones... Cuando falleció, siguió con el oficio su esposa, una amorosa mujer de la familia Bonini , dulce y buena, muy trabajadora, que lidiaba con las máquinas heredadas, a la vez que daba pensión a las maestras que venían de afuera.
ACOPIADORES DE LANA Y CUEROS: Hoy hay algunos pocos comerciantes que compran esas mercaderías, pero mezclado con otros rubros comerciales. Pero ya no están aquellas barracas, dedicadas exclusivamente a la compra y venta de cueros y lana. Aun me invade, desde el recuerdo, el fuerte olor de esos saladeros, donde se mezclaban los cueros de oveja, de liebres, de zorrinos, junto a los de vacunos y a los tambores de tripas conservadas en sal gruesa. Debo mencionar a Ciriaco Martínez, Isaac Vaskoboinik y a Miguel Hernández, quienes fueron acopiadores por décadas.
SASTRE: Hace años que perdimos el último sastre: Juan B. Yguera.
IMPRENTERO: No se si es correcta esta denominación, quizás debiera decir periodista. Hablo de Julián Gimenez, la única persona que publicó un periódico, que aún suena en el pueblo. Fué editor y propietario de" La Argentina"; el cual apareció durante un tiempo, pero después los costos, lo sacaron del mercado, cuando ya había cambiado de dueño. Y nunca más hubo otra publicación de ese tipo.
SODERIA: Alguna vez, Arsenio García tuvo sodería, hasta que decidió irse a Mar del Plata con su familia. También en el hotel de Vega, Reynaldo tuvo sodería a la que le puso por nombre el de su primer hijo: Rody. Hoy ya no se recargan sifones en el pueblo.
ENLLANTADOR: Me he referido ya en algún post sobre el trabajo de enllantar ruedas, al que , entre otros oficios, se dedicó mi padre, Juan Hernández.
Consistía en poner la llanta (el aro metálico que aprieta y sostiene todas las piezas de madera de una rueda), y era toda una ceremonia realizarlo. Daba mucho trabajo, que se debía hacer en brevísimo tiempo, y del cual he participado, porque en ese limitado tiempo se necesitaba de toda la familia. A ese trabajo ya no lo hace nadie en el pueblo, aunque todavía hay algunos carruajes en actividad.
TIENDA: En Copetonas , ya no hay aquellas tentadoras tiendas, donde se encontraba de todo: telas, zapatos y carteras, confecciones, lanas, hilos ,cintas, botones y agujas, y mucho más, todo ordenado prolijamente por sección . Las que recuerdo es la de Sierra y la de Peregalli, aunque tal vez, y sólo tal vez, podríamos darle la categoría de tienda a la de Amalia viuda de Blanco. Ahí también había de todo : algún calzado, pulóveres, telas, ropa blanca, ropa interior, etc., etc.,etc., pero era una especie de baratillo, donde ropa que se sacaba para ver jamás volvía a la estantería, e iba a parar a una mesa central, acumulando centímetros y centímetros ; cada día, ir allí, tenía un encanto especial: había de todo y además nos proporcionaba esa incomparable sensación de estar participando en la búsqueda del tesoro. Con todo, Doña Amalia, su familia y su yerno, Carlos Pipig, atendían el local y eran gente tan buena! y fueron siempre muy generosos conmigo. En fin, que hoy hay locales pequeños de mercerías, o de algunas confecciones y algunas otras pocas mercaderías.
QUINTEROS: Adónde fue esa costumbre de cultivar la tierra, con frutales y verduras? Se fueron muriendo los viejos quinteros, y se encareció el trabajo en sus costos, además de exigir un esfuerzo enorme, rayano en el sacrificio... Las tierras están, pero abandonadas. Y quedan los nombres de esa gente buena y sufrida: Sterup, Trujillo, Lozano, Sorensen, Gamundi, Ciprés, García, Martínez, Llamas, Kristensen, de los cuales algunos tenían reparto.
COCHES DE PLAZA: Eran los taxis de la época. Fueron llamados tambien mateos. Su imagen se fue perdiendo junto con su utilidad; llevaban tanto al pasajero del tren que arribaba a la
localidad, como al vecino que tenía que hacer un viajecito de algunas cuadras. No pudieron disfrutar de las mieles del turismo, que en otros lugares del mundo, los utilizan para pintorescos y románticos paseos.. No pudieron aggiornarse a los tiempos. No pudieron sobrevivir. Uno de los últimos cocheros fue el Negro Piacenti.
CURANDERA: Fue muy famosa en su tiempo; se llamaba Telma Giménez. A su muerte, dejó un discípulo, pero hace años no está en el pueblo.
SACERDOTES: Alguna vez, allá lejos y hace tiempo, nuestra iglesia albergó, de manera permanente, al menos un sacerdote. Yo era pequeña, pero aún me parece verlo, viviendo allí. Con el tiempo, no quedó sacerdote en Copetonas, y los servicios se hacían pero a través de un cura que venía de la vecina Oriente. Hoy sigue así.
CLINICA (de salud): Tuvimos una clínica, fundada por el Dr. Del Valle Franco. Tuvo un tiempo de esplendor, y su fama revitalizó al pueblo.Es médico peruano logró una trascendencia mas allá de nuestras fronteras. Cuando la clínica se cerró, ninguna otra le sucedió.
MEDICOS: También hubo un tiempo en que mas de un médico convivieron en nuestra localidad.
Hoy sólo hay uno, El Dr. Angel Ibán, pero si decidiera establecerse otro galeno, vendría muy bien ya que si alguno sufre una emergencia - y sucede coincidentemente que el Dr. Ibán está ausente-, hay que buscar un vehículo o pedir la ambulancia para llegar a Tres Arroyos u Oriente.
CARNICERÍAS: Increiblemente, ya no hay carnicerías en el pueblo. Franganillo, Ardanz, Hernández (Galo y Miguel), Diaz, Serna, Iglesias..., son nombres históricamente vinculados al rubro. Hoy, para comprar un pedazo de carne vacuna, debemos hacerlo en el autoservicio, envasada al vacío, o viajar a Oriente. Pollos, se consiguen en cualquier pequeño almacén.
ESCUELA (N° 30): Copetonas se achicó, y esta escuela de la periferia, -creada para escuela rural-, ya no hacía falta. La condenaron a muerte. Y la ejecutaron. Quedó sólo la Escuela N° 25.
CINE: Dejó de funcionar, y hoy los pibes ni saben de su existencia. Proyectaban películas los jueves, sábados y domingos por la noche, y también los domingos matineé. El cine era el cine, las películas y el acercamiento a los actores y actrices que representaban a ese otro mundo con el cual no podíamos soñar, y además ni podíamos imaginar. Pero el cine era también la puerta al romance, en muchos casos. Allí, las parejas podían vivir su amor en la penumbra de la sala. Y las madres, celosas, que permanecían al lado de la chica, siguiendo el film, se perdían parte de las escenas de la vida real!
SOCIEDAD ESPAÑOLA: Esta entidad hace mucho que dejó de ser. No se cuando se inició ni cuando se disolvió, pero recuerdo el último presidente : Reynaldo Vega. Creados estos centros para nucleamiento y amparo de los inmigrantes (originalmente eran sociedades de socorros mutuos), a medida que los españoles fueron falleciendo, fue decayendo el interés de los descendientes para proseguir esa tarea. Ya no hay en Copetonas Sociedad Española.
TREN: Parece un comentario capcioso , pero el tren fue algo que perdimos y no puedo dejar de comentarlo. Cuando llegó el primer tren, el pueblo fué situado en el mapa, por primera vez. Y cuando se fué, muchas de las cosas obtenidas gracias a él, también se fueron,(algunas de ellas mencionadas mas arriba) Sin embargo, durante muchos años, permaneció en el edificio de ferrocarriles el último jefe de estación: Silva.
Recuerdo que un día, un cronista de la revista Gente lo descubrió, y publicó una nota donde mostraba al jefe de estación que no tenía tren, pero seguía allí cobrando su sueldo. ¡Nadie se había acordado de él! Al final, también lo perdimos.
En fin, ésta es apenas una muestra de lo que fuimos perdiendo en Copetonas. De cualquier manera, si alguien quiere aportar mas datos al respecto, o decirme que alguno de estos oficios aún perdura, le agradeceré me lo haga saber.