Allí nos encontramos con Matías Simón, - abuelo de Cintia Cristiansen-, los padres de Cintia, María Rosa Simón y Pancho Cristiansen, Osvaldo Simón y su señora María Sallago,- tíos de Cintia -, Juancito Hernández y su señora Cristina Alvarez- padres de Mariano-, y naturalmente, Cintia y Mariano, los anfitriones.
Pasamos un lindo rato, charlando y comiendo. Comiendo y charlando. Embutidos caseros hechos por María Sallago, como chorizos y morcillas , fueron apareciendo...Y desapareciendo!, porque estaban muy ricos. Ensaladas variadas, de pepinos y palmitos, de apio, manzana y queso azul, la clásica de tomate y lechuga, de zanahoria rallada, mayonesa y choclo, remolacha cocida, y es probable que olvide alguna. Pero la expectativa general era por el lechoncito arrollado. Y llegó.
La primera y fugaz aparición la hizo cuando Mariano lo traía sobre una gran tabla. Era tan pesado, que, a pesar de ser Mariano un muchacho grande y fuerte, tuvo que volverse rápidamente a la cocina y depositarlo sobre la mesada. Se afianzó mejor e hizo su entrada triunfal.
Mariano es un apasionado de la gastronomía , pero nunca había hecho un lechón arrollado. Para sostenerlo en el horno de la mejor manera, fué al galpón esa misma mañana e inventó un soporte de hierro para apoyarlo ( en la foto se ve claramente).
El asunto es que salió riquísimo, que todos lo disfrutamos, y que entre tanta comida, apenas quedó espacio para los postres. Todas las señoras trajeron cosas ricas para cerrar el almuerzo.
Aunque lo agradecí personalmente, reitero aquí mi agradecimiento a los anfitriones, que tanto trabajaron y tan bien nos atendieron. ( y al cerdito que ofrendó su vida para satisfacernos )
Y aporto unas fotos, para mayor testimonio de lo dicho.
Mariano, a contraluz, y su lechoncito. |
Una pinturita! |
Aquí, Juancito y yo con nuestro padre. |