Es domingo. Llueve en Miramar.Pero no es una lluvia cualquiera. No hace frío ni hay viento. El agua cae mansamente. Como tantas otras veces! Sin embargo, esta vez es distinto..., parece que la lluvia empapa mi alma de melancolía. Porqué me pasa eso? Porqué esta sensación de orfandad? Porqué este desasosiego? Repaso mentalmente mi entorno: mis hijos- sobre todos los lejanos- están bien, con trabajo, con sus compañeras, tienen salud... Los cercanos también están bien, gracias a Dios. Mi esposo está bien, mi padre está bien, cuidado estos días por mi hermana...Todo parece estar bien. Solo tengo una respuesta: extraño a mamá. La extraño siempre, y mas que nunca desde que empecé a revolver viejos recuerdos; y desde que voy a casa de papá tan seguido... Esta lluvia , suave, calma, me la sugiere, me la impone. Y yo, para honrarla, no quiero pensarla en lo triste; por eso hoy, ahora, será la protagonista de estas alegres notitas de color.
EL RANSER Hace muuuchos años, Juancito, mi hermano, apareció en casa con una novedad: un grabador Ranser. Era rectangular, con unas cuantas teclas en la parte anterior, ( teclas que más semejaban un breve piano que otra cosa), sobre su cuerpo chato el espacio para colocar el casette, y además tenía un cable separado que en un extremo mostraba un micrófono- el primero que yo vi en mi vida-. Si queríamos grabar conversaciones, se enchufaba por el otro extremo al aparato, y ya estaba listo!Era un dechado de modernidad! A quien le tocó la primera prueba de grabación? Mi hermano escogió a mi madre, que se vió sorprendida ("no se... no estoy preparada, etc.),turbada y abatatada. Pero estábamos en familia, había que salir al ruedo. Así que con el micrófono cerca de su boca, sólo atinó a decir, con una voz de falsete inimaginable; "Ay, qué quiere que le diga?" Naturalmente, todos nos echamos a reir con ganas!
EL CEPILLO Mamá era juguetona, como toda madre, con sus hijos. Tal vez debiera decir con sus hijas, no se si con el hijo varón lo hacía. Al menos conmigo, sí. Lo cierto es que , una de esas veces, fué cuando yo fuí al baño. El cuarto de baño de aquella casa en que crecí, en La Rioja y Misiones, tenía una ventanita con el sistema de ventiluz. Su altura quedaba por encima de nuestras cabezas, de manera de preservar la intimidad de su ocupante ocasional. Para mantener ese ventiluz abierto, y a la vez permitir que corriera aire, mamá le ponía un cepillito de uñas, de madera, entre el marco y la ventana oscilante. Ese día, mamá desde afuera (quedaba detrás de la casa), me tiraba cositas por el espacio abierto : unas ramitas, una piedrita; y lo digo en diminutivo porque en realidad eran cosas pequeñas. Yo pensé: Querés jugar?, juguemos. Así que tomé el cepillito de uñas que trababa la ventana y lo arrojé al exterior. Inmediatamente escuché un gemido ahogado, y después, la nada. Salí del baño, y fuí para la cocina para ver que pasaba, a la vez que mamá venía de atrás de la casa, con gesto de enojo y la nariz hinchada, allí donde uno monta los anteojos. Que había sucedido? que justo cuando arrojo el cepillo, mamá estaba agachada, escondida, bajo el ventiluz. Y le di en la nariz! Perdón, mamá, pero todavía me río!
Sos una muy buena relatora, me encanta todo lo que escribís! Pero...la palabra orfandad se te pasó, va sin h. Disculpame pero te lo comento porque la maestrita me sale de adentro!
ResponderEliminarTodas esas historias uno las está viviendo!!Qué lindo tomarse ese tiempo para contarlas, yo tenía mis anécdotas graciosas pero solamente me queda anotada unoa que publicaré en el blog, tal vez algún día redacte las demás. un beso y te admiro!.Elba
Elba, gracias por acotarme eso.Yo soy meticulosa pero cada tanto algo se me pasa.Y siempre sos muy generosa con tus conceptos. Te mando besos!! M.del C.
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