Rodolfo, hoy, al frente de su domicilio. |
Hijo de españoles, ( su madre era María Rubio, su padre Bernardino Diez, posiblemente de Murcia, que llegaron a Argentina recién casados -él con apenas 18 años-, enviados por sus mayores por miedo a la guerra en Europa), está casado con Ana Raquel Sorensen.
Hace muchos años que se dedica al transporte, pero en los inicios de su vida laboral estuvo al lado de la empresa familiar, el horno de ladrillos.
Imposible, entonces, soslayar los recuerdos de aquellos tiempos.
Y Rodolfo recuerda las 7 hectáreas que fueron compradas por su padre para uso del horno de ladrillos, allá por la década del 30.
Y recuerda que eran los inicios de Claromecó, y que aquellas primeras construcciones fueron llevadas a cabo con los ladrillos de su horno.
Como soy muy ignorante en la materia, aproveché para preguntar cómo se trabaja en un horno de ladrillos, por lo que Rodolfo me explicó algunas cosas. Yo me preguntaba si es fácil hoy, conseguir paja, por ejemplo. O de donde se saca la tierra después de tantos años de explotar el terreno...
Bueno, la paja, según nos dijo, se consigue en las heras, en los rastrojos ( aunque ahora con el sistema de siembra directa ya es un poco mas limitada su obtención).
Esa paja se coloca en lo que era llamado el pisadero, porque trabajaba un caballito pisando y pisando el amasijo, girando y girando en un espacio de unos 5 metros de diámetro. Ahora se trabaja con una máquina que reemplaza al equino.
Sobre la paja se pone la tierra, y agua. Esta mezcla hace el barro que después, cocido, será ladrillo y luego vivienda.
Le agradezco a Rodolfo, tan sencillo y amable, la atención, el relato, y su gentileza. Y en él, agradecemos también a su esposa e hijos!
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