Este es, papá, el libro que no fué.Te acordás con qué ilusión, con qué entusiasmo, plasmaste tus recuerdos en un cuaderno? Yo no podía permitir que se perdiera todo eso ,y decidí empezar este blog, en homenaje a tus hermosos 91 años, por tu vida honrada y también por la de mamá, que desde algún lugar nos acompaña.Ojalá, papá, así lo entiendas.Será como entender mi corazón. (Aquí también mi homenaje a tantos hombres y mujeres que HICIERON Y HACEN COPETONAS)
sábado, 22 de agosto de 2020
Familia Merlo-D'Eramos
La familia Merlo-D'Eramos vivió muchos años en Copetonas. El jefe de familia era Enrique, italiano, que había nacido en Abbiategrasso (cerca de Milán ) en 1891, y su esposa, María era de Roma o muy cerca de ella.
Llegaron a la localidad, presumiblemente desde Rauch -al menos por alli han estado-, y tomaron posesión del hotel que estaba en la esquina de La Rioja y Misiones , hoy desaparecido. Tenían varios hijos. El primero, Domingo, luego Elsa, después le seguía Hebe Margarita, después Irma, luego Rogelio y finalmente Tomás.
Trabajaron muchos años el establecimiento. Fue gente muy buena, integrados al pueblo y a su vecindario especialmente...
Las fotos que adjunto, son de manera evidente de distintas etapas de sus vidas: la superior me la facilitó un bisnieto, Luciano, que anda buscando sus raices con precisión. En ella se va a don Enrique y a doña María , sentados a la derecha, quizás con otros familiares.
La segunda, ya la he mostrado en este blog, pertenece al matrimonio de Tomás con Nélida Chiacho. Muchos invitados, caras de vecinos muy conocidos, en el salón comedor del hotel.
Es apenas un comentario casi sin importancia, pero recuerdo que en la habitación que daba a la derecha de la puerta del zaguán, vivíó durante años doña Juana Cámara. Mas que una pensionista, era una persona de la familia. Como vivíamos enfrente, doña Juana cruzaba la calle y sacaba del bolsillo de su delantal una galletita y me la regalaba. Pequeños grandes gestos de la gente común...
Y volviendo a don Enrique, cuando tenía un rato - o se aburría, vaya uno a saber!-, cruzaba a la herrería de mi padre, un día si y el otro también, y alli solía pasar tiempo, charlando y viendo lo que mi padre hacía. Era un hombre tranquilo y sosegado.
GRACIAS; LUCIANO!!
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