Supongo que para los jóvenes se hará difícil, -sinó imposible-, imaginar una vida sin televisor, sin computadora, sin celular, sin consola de juegos..., pero esa vida existió, ayer nomás, y éramos felices con ella. Sin embargo, en la década del 60, aparecieron los primeros televisores en el pueblo, y eso a los jóvenes nos creó una ebullición por dentro: era toda una novedad! Era...como sentirnos más cerca de las grandes ciudades, como comenzar a soñar con una cultura diferente, como empezar a sentir que la modernidad también se acordaba de nosotros. Jóvenes cabecitas afiebradas! Hoy a la distancia, me doy cuenta que teníamos una vida sencilla pero plena. No necesitábamos nada más. Pero la evolución viene empujándolo todo, y finalmente llegaron los T.V.!
En la vidriera del almacén de Hipólito Peregalli vi en vivo y en directo, por vez primera un aparato de televisión. Eran varios. Estaban expuestos en la vidriera, enormes como eran entonces, sólidos y macizos. Creo que , cada cual a su turno, todos los copetonenses pegamos la nariz al vidrio para verlos de "mas cerquita". Y fueron desapareciendo, rápidamente, a medida que se vendían.
No fuimos los primeros del barrio en tener uno: mi padre conservador, dijo "nones" cuando mi hermano le habló de comprarlo. Por lo tanto, el hombre llegó a la luna, y para ver semejante acontecimiento fuimos a lo de Mary y Tito Iglesias, a media cuadra de casa, porque ellos sí ya tenían su hermoso televisor. Era una noche de lluvia , y en realidad poco vimos en su pantalla: todo se veía" nevado".( Ahí empezamos a manejar otro lenguaje: nevado, moaré, señal , antena, intermitencias, etc.) Y claro, creímos que se veía nevado por la lluvia, o tal vez porque todo era demasiado nuevo y no teníamos buena señal..., pero con el correr de los años, cada vez que veo esa imagen del alunizaje, me doy cuenta que siempre fué defectuosa. (Ahora se tejen tantas conjeturas en torno a ese tema: que si de verdad llegaron a la luna o no, que si la poco clara imagen no era cosa exprofeso para que no se vieran los trucos de los estadounidenses..., en fin.)
Lo cierto es que recuerdo haberme ido a casa un poco desencantada por haber visto menos de lo que esperaba. Pero a pesar de ello, lo bueno fue haber pasado ese momento histórico con nuestros buenos amigos y vecinos, los Iglesias-Fontenla.
Pero, después de tan emotivos recuerdos, me pongo prosaica : HOY NO PUEDO VIVIR SIN TELEVISOR!!!
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