Este matrimonio , proveniente de Lobería, hace 44 años que arribó a Copetonas por razones de trabajo, y tanto les gustó el pueblo y su gente, que se quedó para siempre. Y es bueno aclarar que por también por trabajo conocieron buena parte de nuestra provincia, hecho que hace muy válida esa elección de vida.
El es MATÍAS SIMÓN. Ella, su esposa, LILIA GARCÍA. Siempre ligados a las tareas rurales, llegaron al pueblo como empleados de Miguel Angel Usandizaga, para sumarlos al personal de los campos " Las Marías" y " El rebenque". En ese empleo estuvieron tres años. Luego volvieron a Tandil, para trabajar en otras tierras del mismo dueño. Posteriormente, trabajaron en Lin-Calel, en lo de Beatriz Larsen, donde Matías fué mensual y parquero. Más tarde, en el campo de Di Tulio, en Copetonas. Después, trabajaron en los olivares, camino a Cnel. Dorrego. Entre uno y otro, hubo mas trabajos, en distintos destinos. Pero ya sabían como era Copetonas, así es que compraron la quinta de Espiñeyra, con la decisión firme de radicarse en el pueblo. Para ese entonces, ya habían conocido a los integrantes de dos matrimonios que recuerdan hoy como sus mejores e incondicionales amigos: Haydée Smith y "Polincho" Rens, por un lado, y a Ofelia Bugallo y su esposo Serna, quienes fueron los primeros que les abrieron las puertas de sus casas y de sus corazones.
A todo esto, ya tenían a sus dos hijos: Osvaldo y María Rosa. Estos hijos ya se casaron, el primero con Ana María Sallago. La segunda, con Pancho Cristiansen. Y ambos hijos los han hecho abuelos. Es grato ver a los abuelos orgullosos exponiendo sobre sus muebles las fotos de sus nietos.
Pero además, quiero detenerme un poco sobre estos hijos, porque Osvaldo , por ejemplo, es muchacho amante de lo tradicionalista, y por eso tiene tropillas que le propician participar de desfiles y fiestas gauchas. Pero con una particularidad: las conduce con mucha destreza desde un sulky, ya que por razones de salud se ve impedido de hacerlo a caballo. Según cuentan sus padres, es el único tropillero que utiliza un sulky para esos menesteres, por lo que causa admiración. Y en cuanto a María Rosa, -no lo dicen sus padres. lo digo yo-, es una artista plástica extraordinaria. Hace años ví unas pinturas suyas, y me deslumbraron. Espero que siga pintando.
El tiempo a pasado, Matías y Lilia hoy viven tranquilos en su casa de la calle Misiones, (allí donde vivió alguna vez la Sra. Suizán y sus hijas, y luego la mamá de Alex Pedersen); y Matías con sus 82 años trabaja con mucha pasión como soguero. Se levanta muy temprano y empieza a limpiar los cueros, a preparar maneas, rebenques, riendas, bozales, etc., que luego venderá y con mucho éxito.
Gracias, Lilia. Gracias, Matías!!!
El es MATÍAS SIMÓN. Ella, su esposa, LILIA GARCÍA. Siempre ligados a las tareas rurales, llegaron al pueblo como empleados de Miguel Angel Usandizaga, para sumarlos al personal de los campos " Las Marías" y " El rebenque". En ese empleo estuvieron tres años. Luego volvieron a Tandil, para trabajar en otras tierras del mismo dueño. Posteriormente, trabajaron en Lin-Calel, en lo de Beatriz Larsen, donde Matías fué mensual y parquero. Más tarde, en el campo de Di Tulio, en Copetonas. Después, trabajaron en los olivares, camino a Cnel. Dorrego. Entre uno y otro, hubo mas trabajos, en distintos destinos. Pero ya sabían como era Copetonas, así es que compraron la quinta de Espiñeyra, con la decisión firme de radicarse en el pueblo. Para ese entonces, ya habían conocido a los integrantes de dos matrimonios que recuerdan hoy como sus mejores e incondicionales amigos: Haydée Smith y "Polincho" Rens, por un lado, y a Ofelia Bugallo y su esposo Serna, quienes fueron los primeros que les abrieron las puertas de sus casas y de sus corazones.
A todo esto, ya tenían a sus dos hijos: Osvaldo y María Rosa. Estos hijos ya se casaron, el primero con Ana María Sallago. La segunda, con Pancho Cristiansen. Y ambos hijos los han hecho abuelos. Es grato ver a los abuelos orgullosos exponiendo sobre sus muebles las fotos de sus nietos.
Pero además, quiero detenerme un poco sobre estos hijos, porque Osvaldo , por ejemplo, es muchacho amante de lo tradicionalista, y por eso tiene tropillas que le propician participar de desfiles y fiestas gauchas. Pero con una particularidad: las conduce con mucha destreza desde un sulky, ya que por razones de salud se ve impedido de hacerlo a caballo. Según cuentan sus padres, es el único tropillero que utiliza un sulky para esos menesteres, por lo que causa admiración. Y en cuanto a María Rosa, -no lo dicen sus padres. lo digo yo-, es una artista plástica extraordinaria. Hace años ví unas pinturas suyas, y me deslumbraron. Espero que siga pintando.
El tiempo a pasado, Matías y Lilia hoy viven tranquilos en su casa de la calle Misiones, (allí donde vivió alguna vez la Sra. Suizán y sus hijas, y luego la mamá de Alex Pedersen); y Matías con sus 82 años trabaja con mucha pasión como soguero. Se levanta muy temprano y empieza a limpiar los cueros, a preparar maneas, rebenques, riendas, bozales, etc., que luego venderá y con mucho éxito.
Gracias, Lilia. Gracias, Matías!!!
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