Por fuera, poco a cambiado...
Vista parcial del interior.
Interior, parcial.
Interior, salida hacia la casa.
Otro rincón.
Trataré de mejorar esta foto,
no se que pasó.
Cuando fui a visitar a la familia Briceño, para escribir sobre ella en el blog, me quedé sin batería en la máquina fotográfica, por lo que no pude sacar fotografías del interior del taller-herrería de Adalberto (Tito) Briceño. Para mi era una cuestión personal, ya que esa herrería había sido de mi padre, y la había vendido junto a la vivienda familiar a la familia Briceño. Para este último viaje, de enero de 2012, fui preparada para tal tarea, y acompañada por papá. Los Briceño son realmente muy amables, y Celia, la dueña de casa, insistió para que papá viera cómo estaba su hogar, aquel que alguna vez,- y por años,-fue el nuestro. Así que además de sacar fotos de la herrería, visitamos la casa, y fue muy emocionante para mi. Celia tiene todo muy cuidado, y
verlo despertó en mi muchos recuerdos; recuerdos que siempre están, pero cuando se corporizan, la cosa cambia.
Cuando fui a visitar a la familia Briceño, para escribir sobre ella en el blog, me quedé sin batería en la máquina fotográfica, por lo que no pude sacar fotografías del interior del taller-herrería de Adalberto (Tito) Briceño. Para mi era una cuestión personal, ya que esa herrería había sido de mi padre, y la había vendido junto a la vivienda familiar a la familia Briceño. Para este último viaje, de enero de 2012, fui preparada para tal tarea, y acompañada por papá. Los Briceño son realmente muy amables, y Celia, la dueña de casa, insistió para que papá viera cómo estaba su hogar, aquel que alguna vez,- y por años,-fue el nuestro. Así que además de sacar fotos de la herrería, visitamos la casa, y fue muy emocionante para mi. Celia tiene todo muy cuidado, y
verlo despertó en mi muchos recuerdos; recuerdos que siempre están, pero cuando se corporizan, la cosa cambia.
Gracias, Tito, gracias, Celia!!
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