Familia Christensen-Larsen (ellos también hicieron Copetonas)

A la izq. se lo ve a "Polen", jovencito.
Al centro, su mamá. 1973

Las mujeres de la familia, años ha...

Doña Luise, mamá de "Polen".

Aquí está "Polen", jovencito.
Buen mozo, y de mirada buena.

"Polen", en sus últimos tiempos.

 "Polen" y un gran grupo de amigos, el dia del casamiento
de Elena, (de blanco, al centro), y su novio está a la derecha,
de oscuro, tocándose el nudo de la corbata.

"Polen" a la izq., con amigos, muy fáciles de identificar.

Cuando éramos chicos, no nos importaba demasiado saber el apellido de esta familia; sólo sabíamos que vivían en una quinta, - a la que denominábamos "la quinta de Polen"-, y que allí conseguiríamos rica fruta.
La salida hacia la quinta era un verdadero paseo, y llegar a ella, era encontrarse con gente buena, amable, sencilla,que nos permitía con naturalidad probar su fruta, elegir con su asesoramiento, y finalmente, venir con el tesoro del fruto fresco y sabroso.
En estas últimas décadas fueron desapareciendo las quintas y los quinteros. Es que lleva un trabajo terrible y seguramente, no reditúa para sobrevivir. Pero ahora, con el paso del tiempo, digo lo del sacrificado trabajo de los quinteros, para poner en valor la labor, entre otros , de esta familia.
Esta quinta en realidad la trabajaban los dinamarqueses Jens Jorgen Christensen, con su esposa Luise Kristina Larsen, y eran ayudados por sus hijos. Uno de ellos era "Polen", el otro, el que conocíamos como "Fío".
En la quinta, como era habitual, había un tanque australiano, en el que se refrescaban grandes y chicos en verano ( y no únicamente  de la familia).
"Polen", en realidad no era tal, sinó que llevaba el apodo de Bolle, que en danés significa bollo. Es que una tía suya, siendo él pequeño, lo vió con los cachetes coloraditos, se los pellizcó, y le dijo que parecía un bolle. De "Bolle" pasó  a "Polen" por deformación popular.
 Pero su verdadero nombre era Rodolfo Justo Christensen.
Gracias a su sobrina Miriam, "Polen", que permaneció soltero hasta el fin de sus días, no estuvo solo en el final. Ya se notaba enfermo, y Miriam lo llevó a su hogar, en el sur. Ahora a pasado un año de su deceso, y lamento que este pequeñísimo homenaje para él y los suyos, no haya podido ser visto por este buen hombre. Porque perteneció a un hogar cuyos miembros vivieron buenamente, sin estridencias, con honestidad y de su esfuerzo...


Gracias, Miriam por tu aporte!!