Cuando publiqué la historia de la Familia Súarez-Natal saltó a mi mente un episodio que vivimos en el que aparece relacionado el Cabo Súarez. Aclaro que jamás tuvimos que ver con entradas en la comisaría, por lo que si no sucede un hecho fortuito, como el que voy a relatar, nada habría para decir al respecto. Pero todo comenzó una tarde de verano, de mucha temperatura.
En la vereda, contra las chapas de la pared del galpón de papá, había algo de sombra, por lo que algunas personas se habían sentado a charlar , incluso con mi padre. Estuvieron un largo rato, y luego, uno a uno, se levantaron y se fueron. El último en levantarse e irse fue un señor, conocido por todos, pero del cual no recuerdo su apellido. Sólo se su nombre: Nazareno. Vivía a dos cuadras de casa, y solíamos visitarlo porque hacía quinta, y le comprábamos verduras.Yo creo que era español de origen, pero no me atrevo a aseverarlo. Vivía con la única compañía de un perro. Tenía feo carácter. Y le gustaba beber. ( Tanto era así, que una noche, en que volvió borracho a su casa, y violento como era, de un hachazo le rebanó la guindilla al can, por lo que éste quedó con las fosas nasales al aire libre, y de verdad, parecía una calavera.)
Pintado este señor de esta manera, sigo con mi relato original. Cuando todos los hombres se habían ido, le tocaba el turno a las mujeres,- que eso de sentarse en la vereda para refrescarse en los pueblos se usaba mucho.-
Mamá salió y encontró, entre la tierrita suelta, un hermoso reloj de bolsillo, de plata, y con una gruesa cadena del mismo material. Recuerdo haber visto aquellos Longines de oro, sellados en la tapa posterior; pues bien, éste también lucía varios sellos.
Mamá, arrebatada de emoción por el hallazgo, salió rápidamente a la comisaría, y lo entregó, diciéndole al agente que sospechaba que era de Nazareno, el último en irse.
Al otro día se presentó Nazareno en casa, y empezó a decir que ese reloj no se le había caído, sino que se lo habían sacado. Mi madre se asustó mucho, y salió corriendo a la comisaría ¡otra vez¡, para contar que este hombre la acusaba. Y aquí aparece la figura de Súarez, que la tranquiliza a mamá, y le dice " no se preocupe, Doña Esther, ya sabemos quien es quien". Y ahí terminó todo.
Pero yo recuerdo especialmente a Súarez por este episodio, y pongo una y otra vez de manifiesto su carácter aplomado y justo, que aplicaba en todas las situaciones.
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