En estos días que estuve en Copetonas, se hablaba mucho de "extrañas luces" que surcaban los cielos bonaerenses; y sobre todo en Berazategui, según refería la televisión. Se puede creer o no en seres de otros mundos; pero en lo que todos estarán de acuerdo es en que hay al respecto grandes misterios que muy probablemente el Hombre no llegue nunca a develar.
Animada por tanto entusiasmo colectivo, me propuse seriamente que al llegar a Miramar, escribiría sobre una extraña experiencia que viví en mi pueblo.
Antes de contarla, quiero aclarar unas cuantas cuestiones; ( parezco un reo condenado defendiéndose, no?) :
Punto uno: creo que es posible la vida extraterrestre, pero no soy fanática del tema.
Punto dos: experiencias del tipo de "estar viajando por una ruta, aparecérsele una luz blanca muy intensa, pararse el motor, y cuando la luz se aleja, volver a marchar el motor, solo", tengo, referidas por diversas personas, entre ellas, mi tío Galo, que con su camión cubría el tramo desde el pueblo a Bahía Blanca, por la ruta 3.
Punto tres: hace muchos años, estábamos con mis padres tomando fresco en la vereda, en una de esas agobiantes noche de verano, y vimos en el cielo, pasar, sin ruido, 3 objetos plateados , de manera paralela, que se los " tragó" la tierra literalmente. En esa oportunidad, mi padre le comenta al otro día a su hermano Miguel, y éste no lo podía creer. Por ello, lo invita a esperar esa noche la pasada de estos extraños objetos ,-es decir, si volvían a pasar-, y a la noche, ahí estábamos todos, inclusive tío Miguel, cuando otra vez, en la misma dirección, y sin ruido vuelven a pasar esas luminosidades. No puedo repetir las imprecaciones de mi tío, al verlas!
Y ahora les cuento lo que viví, en octubre o noviembre del año pasado, en Copetonas:
Era de noche, temprano, y ya cenada, me fuí a la cama. Estaba yo sentada, escribiendo; la cama queda de manera paralela a la ventana, cada una en sendas paredes.
De pronto, algo llamó mi atención, ( nunca supe qué), que me obligó a girar la cabeza hacia la izquierda, donde está la ventana. Y ahí estaba una luz blanca, pequeña, como esa redondita roja que queda encendida en algunos televisores, pero ésta irradiaba una luminosidad extraordinaria. Ningún sonido, sólo luz.
Claro que me asusté! Mi primer pensamiento fué que me estaban mirando desde afuera. Apagué el velador y me deslicé en la cama, bien tapada. Inmediatamente ví que esa luz seguía, así que me incorporé otra vez, encendiendo de nuevo el velador. Esa acción, y pensar, en medio del susto, que debía ir a mirar con cautela por la puerta de entrada, fué sólo uno. Cuando iba a bajar las piernas para calzarme, la luz, siempre silenciosa, se deslizó de manera horizontal lentamente, y desapareció. Quedé un rato impresionada por el hecho, y al final, me dormí. Eso sí, al otro día al incorporarme estaba mareada.
He examinado el episodio una y mil veces, desde el raciocinio.
Y he llegado a la conclusión que algo muy extraño estaba en mi ventana. Vehículo,- coche, camioneta, etc.-, no era, porque no había sonido alguno. En el pueblo, a la noche, no se escucha ni un ruido, tanta es la paz que hay. Por otro lado, la ventana de papá, alta, metálica, tiene una parte de celosía, ( ese sistema de tablillas usado por los árabes en España para que nadie pudiera ver a sus mujeres desde el exterior). Esas tablillas, en la ventana de papá, no permiten el paso de ninguna luz, ni siquiera la luz de los vehículos que circulan por el frente, a poquísimos metros. Y otro detalle: por donde apareció esa intensa luz blanquísima,es precisamente en la parte superior donde no hay mas que chapa ciega, es decir, no hay celosía.
Cada vez que voy a Copetonas, al acostarme, por las noches, paso largo rato analizando la ventana, y compruebo, una y otra vez, que no pasan las luces de los faros vehiculares, y que cualquier pequeño sonido sí lo escucho: auto, animales, personas que caminan por la vereda, etc.
Y para concluir: en aquellos días, unos policías habían tenido un encuentro con OVNIS cerca del Quequén Salado.
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