Mientras era soltero, mi padre visitó algunas veces el pueblo de Copetonas. Su hermano Galo estaba casado y vivía ahí con su familia. Papá, que andaría en ese entonces por los 23 años, siempre había vivido en el campo con sus padres y hermanos. Tal vez por eso, hizo rápida amistad con Aurelio Rodríguez, también joven y soltero como él, tambien hombre del campo como él, y de buena familia. Aurelio, como papá ,vivía con sus padres y hermanos en su chacra.
Fue precisamente Aurelio quien le preguntó a Juan si le gustaban los " bailes de rancho".
Mi padre contestó que nunca había ido a ninguno, y que no sabía. Pero accedió de buen grado a acompañar a su amigo.
Así, llegaron a un rancho, en el ejido urbano de Copetonas, que fue muy conocido. (Claro, esto lo supo papá después, cuando se afincó recién casado en el pueblo, y luego cuando fue conociendo la sociedad copetonense.)
Al entrar, el dueño de casa, de voz ronca, extendió el convite a los recién llegados, convite que venía haciendo a una rueda de hombres sentados alrededor de las paredes: en un jarro circulaba el vino tinto, mientras, muy cercana, una damajuana esperaba que la volvieran a alzar.
La luz era "tristona", pero alcanzaron a divisar a un par de mujeres, de imprecisa edad, ( flacas, según mi padre), que completaban el conjunto humano. A una le decían "Pata e´fierro".
Afuera, mientras tanto, llegaba el músico a caballo. Se apeó, clavó una estaca en el suelo de tierra, y ató el equino, que, acostumbrado, mansamente, quedaba esperando para el retorno.¡ Si habrá tenido bailongos el caballito !
El músico se llamaba Conversión Súarez. Entró al rancho, con el acordeón envuelto en su poncho, para evitar la humedad, y con estudiada parsimonia, lo empezó a desenvolver. Las miradas de los presentes, y las ganas de escuchar la música, hizo que diera la impresión de que no volaba una mosca en derredor! En realidad, - a pesar de no haber estado presente-, sospecho una secreta admiración de los concurrentes, hacia este hombre que guardaba el secreto de la música, y hacia el aparato (acordeón), con sus misteriosos sones musicales...
Se quedan con ganas de saber sobre la culminación de esta historia? Yo también, pero no supe mas!
Esto que narro es verídico. Mi padre me lo contó hace mucho tiempo, y lo sigue repitiendo igual.
Sabemos los nombres de los moradores de ese rancho, que ya no está, pero me parece prudente no mencionarlos.
Yo llegué a conocer al rancho en cuestión, cuando era una jovencita, y recuerdo que cuando veía el estado en que estaba, ya agónico, con agujeros en sus paredes, sabiendo que allí aún vivía gente, pensaba qué terrible sufrimiento para esos pobres moradores, aguantar fríos, lluvias y viento!
Hoy me atrevo a escribir esta anécdota, después de pensarlo mucho.
Nota: Tomé esta estampa de Molina Campos de Internet; espero que no le moleste a nadie, caso contrario, la retiraré. Gracias.
Este es, papá, el libro que no fué.Te acordás con qué ilusión, con qué entusiasmo, plasmaste tus recuerdos en un cuaderno? Yo no podía permitir que se perdiera todo eso ,y decidí empezar este blog, en homenaje a tus hermosos 91 años, por tu vida honrada y también por la de mamá, que desde algún lugar nos acompaña.Ojalá, papá, así lo entiendas.Será como entender mi corazón. (Aquí también mi homenaje a tantos hombres y mujeres que HICIERON Y HACEN COPETONAS)
domingo, 23 de febrero de 2014
Policía copetonense y solidario..
23.02.2014 : JORGE GONZÁLEZ ESCRIBIÓ UN LIBRO REFERIDO AL SUICIDIO DE ADOLESCENTES A PARTIR DE LOS CASOS OCURRIDOS HACE ALGUNOS AÑOS EN COPETONAS Y QUE POR RECOMENDACIÓN DE UN ESPECIALISTA CUBANO EN LA TEMÁTICA FUE PUBLICADO POR UNA EDITORIAL INTERNACIONAL: LLEVA VENDIDOS MÁS DE 1000 EJEMPLARES EN EL RESTO DEL MUNDO. EL OFICIAL DE LA BONAERENSE ESTÁ ESPERANDO QUE LE OTORGUEN EL RETIRO PARA FORMAR UNA ONG QUE BRINDARÁ ASISTENCIA SOCIAL EN LOS RANCHOS
Escribe Juan Berretta
Con su habitual humildad y sencillez, y casi al pasar -como si fuera un simple detalle- Jorge González cuenta que su último libro, publicado en Tres Arroyos a fines de 2011, acumula más de 1000 ejemplares vendidos en el resto del mundo, principalmente en Europa. Se trata de "S.O.S, Adolescentes en Peligro", un trabajo de investigación y que cuenta con testimonios de especialistas internacionales, que aborda la temática del suicidio de adolescentes, y que surgió a partir de tres casos ocurridos hace algunos años en Copetonas, su ciudad natal.
Jorge es policía de la Bonaerense y cada día se propone ponerse al servicio de la comunidad. Y sus actos trascienden el uniforme. Es, antes que nada, un vecino solidario comprometido con la tarea de ayudar a los que menos tienen. Periódicas donaciones a familias carenciadas del barrio de los Ranchos de la Virgen de Luján, una travesía a la salteña Tartagal para entregar ropa y juguetes a las comunidades wichis, un programa radial cuya razón de ser es recaudar elementos para familias carenciadas tienen, son algunas pruebas de su vocación de servicio.
Entonces, a partir de los trágicos sucesos que conmovieron a la comunidad copetonense, este particular policía decidió comprometerse en la causa y hacer su aporte para ayudar a los mayores a entender qué les pasa a los adolescentes "en estos tiempos cada vez más complejos". Investigó y se informó, y a través de la opinión de profesionales argentinos y de otros países, y valiosos testimonios volcó en un libro "herramientas necesarias para hacerle frente a semejante crisis".
En su búsqueda por elaborar el mejor libro posible según sus posibilidades, González se contactó con el doctor Sergio Pérez Barrero, el cubano que fundó la Sección de Suicidiología de la Asociación Mundial de Psiquiatría y miembro del Grupo de la Organización Mundial de Salud (OMS) para la Prevención del Suicidio. Pérez Barrero puso todo su material a disposición de Jorge y resultó fundamental para la concreción de la obra. Antes y después. Porque además de colaborar con sus conocimientos, el psiquiatra cubano lo puso en contacto con la editorial Académica Española y recomendó su publicación en el resto del globo.
Así fue que, con semejante carta de presentación, al tresarroyense le propusieron editar su libro y ponerlo a la venta vía internet y en la cadena de editoriales y librerías que forman parte de la firma. Conclusión, desde hace poco más de un año el trabajo de Jorge tiene llegada a más de 50 países donde hay comunidades de habla hispana.
"La editorial me publicó el libro en forma gratuita, incluso me permitió hacerlo más extenso, y la versión que se vende afuera a un valor de 59 euros tiene 180 páginas, mientras que el que se comercializa acá cuenta con 103. Otra diferencia es la tapa, que decidieron cambiarla, y para eso me mandaron tres modelos para que yo eligiera", explica el policía.
A fines de 2013, Jorge recibió la primera rendición anual de su libro, ya que cobra una regalía por las ventas, y se sorprendió al comprobar que se habían comercializado más de 1000 ejemplares, principalmente en países europeos. "Fue una sorpresa y una satisfacción grande. Sobre todo porque acá, por una cuestión de costos, apenas puedo hacer tiradas de 100 ó 200 ejemplares", dice.
En estas tierras, del éxito de una tirada depende la publicación de otra camada, porque el libro en Tres Arroyos se consigue a cambio de sólo 25 pesos: "Es un precio con el que cubro los gastos, no mucho más. Incluso en la primera tirada, además de que colaboraron varias empresas y también la municipalidad, puse plata de mi bolsillo". Para Jorge lo fundamental es que el tema gane la calle, acá y en dónde sea, insiste en que "es un tema que debiera dejar de ser tabú porque cuesta vidas, el suicidio de adolescentes. Por eso hay que informarse sobre lo que indican los profesionales en la materia".
Otra linda sorpresa que le dio su tercer libro fue la invitación a disertar sobre la problemática en una convención internacional realizada a fines del año pasado en Río Gallegos. Donde se dio el gusto de conocer personalmente al doctor Pérez Barrero.
"Muchos adolescentes sienten que el lugar donde viven, que la sociedad y que todo el mundo son una porquería. Y lo más grave es que actúan de acuerdo a ese pensar y sentir. Ese vacío existencial en el que viven tratan de llenarlo con alcohol o drogas, hasta llegar al borde de un precipicio del que algunos son rescatados a tiempo y otros no. Esa no es la realidad de toda la juventud, pero sí de muchos chicos", advierte.
Jorge es policía de la Bonaerense y cada día se propone ponerse al servicio de la comunidad. Y sus actos trascienden el uniforme. Es, antes que nada, un vecino solidario comprometido con la tarea de ayudar a los que menos tienen. Periódicas donaciones a familias carenciadas del barrio de los Ranchos de la Virgen de Luján, una travesía a la salteña Tartagal para entregar ropa y juguetes a las comunidades wichis, un programa radial cuya razón de ser es recaudar elementos para familias carenciadas tienen, son algunas pruebas de su vocación de servicio.
Entonces, a partir de los trágicos sucesos que conmovieron a la comunidad copetonense, este particular policía decidió comprometerse en la causa y hacer su aporte para ayudar a los mayores a entender qué les pasa a los adolescentes "en estos tiempos cada vez más complejos". Investigó y se informó, y a través de la opinión de profesionales argentinos y de otros países, y valiosos testimonios volcó en un libro "herramientas necesarias para hacerle frente a semejante crisis".
En su búsqueda por elaborar el mejor libro posible según sus posibilidades, González se contactó con el doctor Sergio Pérez Barrero, el cubano que fundó la Sección de Suicidiología de la Asociación Mundial de Psiquiatría y miembro del Grupo de la Organización Mundial de Salud (OMS) para la Prevención del Suicidio. Pérez Barrero puso todo su material a disposición de Jorge y resultó fundamental para la concreción de la obra. Antes y después. Porque además de colaborar con sus conocimientos, el psiquiatra cubano lo puso en contacto con la editorial Académica Española y recomendó su publicación en el resto del globo.
Así fue que, con semejante carta de presentación, al tresarroyense le propusieron editar su libro y ponerlo a la venta vía internet y en la cadena de editoriales y librerías que forman parte de la firma. Conclusión, desde hace poco más de un año el trabajo de Jorge tiene llegada a más de 50 países donde hay comunidades de habla hispana.
"La editorial me publicó el libro en forma gratuita, incluso me permitió hacerlo más extenso, y la versión que se vende afuera a un valor de 59 euros tiene 180 páginas, mientras que el que se comercializa acá cuenta con 103. Otra diferencia es la tapa, que decidieron cambiarla, y para eso me mandaron tres modelos para que yo eligiera", explica el policía.
A fines de 2013, Jorge recibió la primera rendición anual de su libro, ya que cobra una regalía por las ventas, y se sorprendió al comprobar que se habían comercializado más de 1000 ejemplares, principalmente en países europeos. "Fue una sorpresa y una satisfacción grande. Sobre todo porque acá, por una cuestión de costos, apenas puedo hacer tiradas de 100 ó 200 ejemplares", dice.
En estas tierras, del éxito de una tirada depende la publicación de otra camada, porque el libro en Tres Arroyos se consigue a cambio de sólo 25 pesos: "Es un precio con el que cubro los gastos, no mucho más. Incluso en la primera tirada, además de que colaboraron varias empresas y también la municipalidad, puse plata de mi bolsillo". Para Jorge lo fundamental es que el tema gane la calle, acá y en dónde sea, insiste en que "es un tema que debiera dejar de ser tabú porque cuesta vidas, el suicidio de adolescentes. Por eso hay que informarse sobre lo que indican los profesionales en la materia".
Otra linda sorpresa que le dio su tercer libro fue la invitación a disertar sobre la problemática en una convención internacional realizada a fines del año pasado en Río Gallegos. Donde se dio el gusto de conocer personalmente al doctor Pérez Barrero.
"Muchos adolescentes sienten que el lugar donde viven, que la sociedad y que todo el mundo son una porquería. Y lo más grave es que actúan de acuerdo a ese pensar y sentir. Ese vacío existencial en el que viven tratan de llenarlo con alcohol o drogas, hasta llegar al borde de un precipicio del que algunos son rescatados a tiempo y otros no. Esa no es la realidad de toda la juventud, pero sí de muchos chicos", advierte.
Retirarse para trabajar
González vive días muy especiales por estas horas. Con 57 años y 32 de servicio en la Policía Bonaerense, está esperando que le den el retiro que solicitó en octubre pasado. "Necesito que me llegue el retiro, para seguir trabajando en mi otra pasión, la ayuda social. Porque no quiero retirarme para descansar sino para seguir haciendo cosas. La seguridad, mi trabajo, me apasiona, pero creo que puedo ser más útil desde otro lado", asegura.
Y Jorge ya tiene planeado y organizado cómo seguirá su vida una vez que pueda sacarse el uniforme: formará una ONG con el objetivo de brindar ayuda y contención en el Barrio Los Ranchos de la Virgen de Luján. "Ya tengo gente comprometida y se lo que necesito y los trámites que tengo que hacer para conformar la ONG. Sólo falta que me llegue el retiro", insiste, un tanto preocupado porque se ha dilatado mucho el trámite.
La idea de la ONG surgió luego del contacto que mantuvo con una entidad solidaria de Tandil que se dedica a brindar apoyo escolar, contención, asistencia y conseguir donaciones para un barrio carenciado. Ese es el formato por el que apuesta.
En realidad, la futura ONG no sería más que una continuación del trabajo que, fundamentalmente en Los Ranchos, Jorge comenzó hace más de cinco años. Porque a través de un programa de radio ideado y conducido por él, llamado "Corazones y Manos solidarias", que se emite por Radio Comunidad Argentina -obtuvo los premios Faro de Oro y Galena-, comenzó a juntar donaciones de alimentos y elementos -todo menos dinero- para entregar a los más necesitados.
"A partir del programa, que en marzo vuelve a salir al aire, puedo llegar a paliar la necesidad primaria de algunas familias, con una bolsa de alimento y ropa. Pero hay algo más importante por hacer que es poder formar como personas a esos chicos que se crían en un ambiente de necesidades, darles una oportunidad. Y a eso apunto con la ONG", explica.
Jorge se esperanza con poder dar clases de apoyo, computación, educar, contener y mostrar que hay otra realidad. "A partir del programa de radio he conocido gente y se formó un buen grupo, con personas muy entusiasmadas en ayudar. Eso sumado a que tengo una muy buena relación con la gente de Cáritas que atiende la zona de Los Ranchos. Entonces está todo dado como para encarar algo importante", asegura.
El copetonense repite que sus dos pasiones son "la seguridad y lo social", y que "son cosas que van de la mano en estos tiempos que la inseguridad nos tiene tan preocupados a todos".
Está convencido de que tiene mucho para aportar en ambas temáticas y lo justifica por "conocer las dos partes", a partir de su desempeño como policía y su trabajo social en Los Ranchos, "metido en el barro dónde está realmente la raíz del problema".
González tiene claro que hay que continuar con la tarea de asistencia, entregando alimentos y ropa, pero también es necesario ofrecerle a los chicos algo diferente. "Además de calmar el estómago hay que mostrarles que se puede aprender, que se puede aspirar a algo mejor. Pero hay que demostrárselo. Porque esos chicos están mal, van mal y van a terminar peor. Y un plato de comida o un colchón no modifica el rumbo hacia donde van", se lamenta.
"Tengo hijos, nietos y además de que me hace bien ayudar en el terreno de lo social, realizar esa tarea servirá a la seguridad de mis seres queridos también. Y tratar además de contagiar al resto para que sea solidario. Porque esa es la forma de que esto pueda mejorar. Hay que dejar el individualismo feroz que tanto daño nos hizo y dejar de mirar para otro lado cuando alguien lo necesita", se despide Jorge.
González vive días muy especiales por estas horas. Con 57 años y 32 de servicio en la Policía Bonaerense, está esperando que le den el retiro que solicitó en octubre pasado. "Necesito que me llegue el retiro, para seguir trabajando en mi otra pasión, la ayuda social. Porque no quiero retirarme para descansar sino para seguir haciendo cosas. La seguridad, mi trabajo, me apasiona, pero creo que puedo ser más útil desde otro lado", asegura.
Y Jorge ya tiene planeado y organizado cómo seguirá su vida una vez que pueda sacarse el uniforme: formará una ONG con el objetivo de brindar ayuda y contención en el Barrio Los Ranchos de la Virgen de Luján. "Ya tengo gente comprometida y se lo que necesito y los trámites que tengo que hacer para conformar la ONG. Sólo falta que me llegue el retiro", insiste, un tanto preocupado porque se ha dilatado mucho el trámite.
La idea de la ONG surgió luego del contacto que mantuvo con una entidad solidaria de Tandil que se dedica a brindar apoyo escolar, contención, asistencia y conseguir donaciones para un barrio carenciado. Ese es el formato por el que apuesta.
En realidad, la futura ONG no sería más que una continuación del trabajo que, fundamentalmente en Los Ranchos, Jorge comenzó hace más de cinco años. Porque a través de un programa de radio ideado y conducido por él, llamado "Corazones y Manos solidarias", que se emite por Radio Comunidad Argentina -obtuvo los premios Faro de Oro y Galena-, comenzó a juntar donaciones de alimentos y elementos -todo menos dinero- para entregar a los más necesitados.
"A partir del programa, que en marzo vuelve a salir al aire, puedo llegar a paliar la necesidad primaria de algunas familias, con una bolsa de alimento y ropa. Pero hay algo más importante por hacer que es poder formar como personas a esos chicos que se crían en un ambiente de necesidades, darles una oportunidad. Y a eso apunto con la ONG", explica.
Jorge se esperanza con poder dar clases de apoyo, computación, educar, contener y mostrar que hay otra realidad. "A partir del programa de radio he conocido gente y se formó un buen grupo, con personas muy entusiasmadas en ayudar. Eso sumado a que tengo una muy buena relación con la gente de Cáritas que atiende la zona de Los Ranchos. Entonces está todo dado como para encarar algo importante", asegura.
El copetonense repite que sus dos pasiones son "la seguridad y lo social", y que "son cosas que van de la mano en estos tiempos que la inseguridad nos tiene tan preocupados a todos".
Está convencido de que tiene mucho para aportar en ambas temáticas y lo justifica por "conocer las dos partes", a partir de su desempeño como policía y su trabajo social en Los Ranchos, "metido en el barro dónde está realmente la raíz del problema".
González tiene claro que hay que continuar con la tarea de asistencia, entregando alimentos y ropa, pero también es necesario ofrecerle a los chicos algo diferente. "Además de calmar el estómago hay que mostrarles que se puede aprender, que se puede aspirar a algo mejor. Pero hay que demostrárselo. Porque esos chicos están mal, van mal y van a terminar peor. Y un plato de comida o un colchón no modifica el rumbo hacia donde van", se lamenta.
"Tengo hijos, nietos y además de que me hace bien ayudar en el terreno de lo social, realizar esa tarea servirá a la seguridad de mis seres queridos también. Y tratar además de contagiar al resto para que sea solidario. Porque esa es la forma de que esto pueda mejorar. Hay que dejar el individualismo feroz que tanto daño nos hizo y dejar de mirar para otro lado cuando alguien lo necesita", se despide Jorge.
FUENTE: LA VOZ DEL PUEBLO
sábado, 22 de febrero de 2014
Familia Talarico -Rodríguez (ellos también hicieron Copetonas)
Yo era menor que cualquiera de estos muchachos, pero en edad, la mas cercana a mí era Nelly.
Ella se casó muy jovencita, apenas 17 años, con Néstor Oscar Martínez, ferroviario. Ese casamiento sí lo recuerdo; papá fué a hacerle el asado a los novios.
Bueno, como ferroviario que era Néstor, fue trasladado algunas veces. La pareja se afincó primero en Tandil, y luego se radicó en Copetonas . Pero no por mucho tiempo, ya que el ramal ferroviario De Ferrari- Coronel Dorrego fue levantado, y con él desapareció el tren.
Así, nuevamente tuvieron que buscar otros horizontes, y llegaron a Bahía Blanca, ya para quedarse. También con el tiempo, la familia paterna de Nelly emigró, yéndose de Copetonas. Y Manuela, por ejemplo, hoy vive en Oriente.
Después de muchos años, y siempre recordando a esta familia, nos hemos reencontrado, gracias a Internet. Me ha dado mucha alegría.
Pero debo hacer un mea culpa: siempre los recordé y los mencioné como Tallarico, (qué ignorancia esa deformidad del apellido!). Y yo creo que todo el pueblo lo nombraba así. Perdón!
Y gracias Nelly, que me permitiste contar tu historia, puesto que todos los aquí mencionados hicieron también Copetonas.
Aquí Nelly, en la fiesta del Cincuentenario de Copetonas-1962 |
A la izquierda, Nelly junto a su hermana Manuela. |
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Ilda Nelly Talarico,
Néstor Oscar Mart´nez
lunes, 17 de febrero de 2014
Testimonio de una visita importante -1969
De nacimientos, bautismos y comuniones...
PASADO NO ES PRESENTE
ESO ESTÁ CLARO
PERO DE CUALQUIER MANERA HAY CONMEMORACIONES
QUE ES BUENO REVIVIR.
De "Hombre que mira un rostro en un álbum"
Mario Benedetti
domingo, 16 de febrero de 2014
sábado, 15 de febrero de 2014
1947 y 1987: recuerdos de la Clase 47
1940-Cédula Militar para soldados conscriptos.
jueves, 13 de febrero de 2014
Reta 2014
Imágenes de Copetonas, verano 2014
Acá nacerá una vivienda, en breve. |
Nuestra Parroquia... |
Esta es la casa en que yo nací. |
Vista de la casa -hogar de los jubilados. |
Una calle del pueblo. |
Esta vivienda con salón, tiene muchos años. Fue el bar-almacén de don Pedro Alonso. Calle Independencia entre Misiones y Gral. San Martín. |
Sólo silencio ... |
Y necesita este cartel restauración ! |
Donde el pueblo se funde con el campo. |
Lote marcado para construir. |
Como tiene unas espinas finísimas en su cáscara, -en realidad está cubierto de ellas-, que son muy volátiles y fastidiosas, nadie podría comerlos si no se toman precauciones. Para empezar, sacarlos de la planta con un palo, y dejar que caigan al suelo. NUNCA TOMARLOS CON LA MANO. A continuación, cargarlos en un recipiente, tal vez un balde, y cuando los tengamos en casa, tirarlos al piso de tierra y restregarlos en él una y otra vez con una escoba, por ejemplo. Cuando creemos que las espinas se han desprendido, los pinchamos con un tenedor (u otro objeto punzante), y los ponemos en agua. Se le dan varios enjuagues, hasta que nos parezca que todas las espinas se han ido. Recién entonces podemos empezar a pelarlos. Para ello, y munidos de un tenedor y un cuchillo, procedemos a hacerles un corte en cada extremo, como quien saca una tapita. Luego , con los dos extremos cortados, hacer otro corte en la cáscara, esta vez a lo largo, de punta a punta. De esta manera, podremos abrir con ayuda de los dos utensilios su cáscara y podremos extraer su fruto, fresco, jugoso y carnoso. Buena suerte!!!
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Pedro Alonso
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