Trabajé casi 9 años en la Cooperativa Agrícola de Copetonas. Fue un hermoso tiempo, en el que aprendí mucho y me permitió crecer. Allí compartí todo con mis compañeros, que prácticamente no variaron durante ese tiempo: Jorge Varela, Tomás Orbe, Enio Físeres, Luis Casabone, Pequeño Bugallo, en el salón, (luego se incorporaría Jorge Mara y Lito Duba), Chichí Videla, Mingo Lozano, Gerardo San Antón; y en la parte administrativa, Susana Videla, Zulma Videla y Dora Lo Presti. Esos fueron mis compañeros de cada día, a los que fuí conociendo con el tiempo y a los que no olvidaré jamás.
La nota de color hoy la da Pequeño, que siempre estaba pendiente de lo que tenían los compañeros -un caramelo, una pastilla, etc.-, y especialmente su interés recaía en mí, tal vez por ser la única mujer del salón o quizás por serlo, pensar que era mas débil. Pequeño era un tipo simpatiquísimo, "entrador", pero pedigüeño. Por eso, un día le preparé una trampa: compré en lo de De Luis unas pastillas de chasco, recién llegaditas, que dejaban la boca de quien las chupaba , negra. Y allí me senté, en la Caja, masticando una pastilla buena, claro. Cuando Pequeño me vió, se vino "volando", a pedir que lo convidara, y me hice la reticente, hasta que ante su insistencia, le convidé una pastilla. Pero de chasco! Llegó al extremo del mostrador, y no se si le avisaron, o él se sintió raro, pero se dió cuenta de que tenía la boca renegrida. Yo, que a hurtadillas lo miraba, empecé a reirme sin parar cuando me dí cuenta que ya sabía. Su cara se había transformado de disgusto, mezclado seguramente con el estupor , ya que yo era la "modosita" del grupo. Y me lanzó esta amenaza: "Has pisado una yarará"!
Pero nunca me hizo nada, claro. Y yo lo aprecio mucho, por eso cada vez que llego al pueblo, voy a visitarlo, siempre.
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