Copetonas ha estado estrechamente ligado al río Quequén Salado...
Los habitantes del pueblo siempre hemos ido de paseo a sus márgenes, a tomar mate en familia, sacarnos fotos, recorrer, a pescar, y algunos, hasta a darse un chapuzón, (cosa que no recomiendo pues el río no es como el mar: así como en superficie hay vientos, debajo del agua del río también, acelerando su corriente por entre las piedras del lecho, y provocando, cada tanto, irreparables tragedias que enlutan al pueblo). Y sin embargo, hay que decirlo, el río es nuestro amigo. Sus altas barrancas guardan un tesoro faunístico : loros, cotorras, reptiles, roedores, aves diversas e insectos varios, y además deberían ser preservadas por su riqueza paleontológica. Hace muchos años don Marinus Nielsen había conseguido muchas piezas fósiles, de gliptodontes en su mayoría, y también boleadoras (en realidad la bola), manos de piedra para moler granos sobre una roca, puntas de flechas, etc. Don Marinus era un buen hombre y muy respetado. Tenía una especie de museo que abría a todo el que quisiera ver. Y todo lo había recolectado en las barrancas.
Retirar un fósil de entre las piedras no es tarea para todos, y a menudo un improvisado buscador sólo consigue perder la pieza, porque no la distingue, y romper todo sin ton ni son.
Hace años que no voy por allí, pero expreso mi deseo en voz alta: ojalá no hayan destruido todo; es patrimonio de la humanidad (sin declarar como tal, claro).
Y, además: que fue del museo de don Marinus?
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