viernes, 30 de julio de 2010

Oficios vinculados al caballo que se han perdido en Copetonas


Ya que escribí sobre los caballos, como complemento quiero referirme a los oficios vinculados a los equinos y que se han perdido.

Enllantador
Para poder entender mejor este trabajo que consiste en colocar el aro metálico a una rueda de carruaje, conviene que primero describa las partes de una rueda. La rueda consta de 4 partes :la central, la masa, donde se inserta el eje,
los rayos,
las camas,que vienen en dos semicírculos,
y la llanta.
En tiempos idos, no tan lejanos,había muchos carruajes en el pueblo.Unos para usos agrícolas , otros para usos urbanos. En ambos ámbitos, se veían chatas, villalongas, chatas rusas, sulkys, charrés, volantas, mateos, coches fúnebres, etc., etc., etc.
Apoyados sobre las ruedas, que giraban y giraban por esos caminos de Dios, el mayor desgaste lo sufrían éstas, los elásticos y el eje. En un barquinazo, o encajados en un zanjón, las ruedas podían llegar a desarmarse. Necesitaban, por ende, que alguien las reparara. Tal vez, cambiar partes de madera, y luego, contenerlas con la cinta metálica exterior, la llanta.
En Copetonas, creo que el último enllantador-sino el único-, fué Juan Hernández, mi padre. Para quien no conoce, el proceso resultará interesante.
En primer lugar, había que desarmar la rueda totalmente. Si la cama estaba rota, una o ambas, había que reemplazarla.Para ello se las mandaba a pedir , a veces a otras provincias, porque era difícil conseguirlas, lo que las hacía realmente caras. Tal vez ya no haya en el país fábricas de cama, pero siempre se compran hechas pues no se pueden recortar con un molde, ya que si así fuera, en un punto las vetas de la madera quedarían atravesadas. Las fábricas las hacían curvando la madera, mojada o verde; ignoro el proceso.
Con respecto a los rayos se compraban hechos, pero si por una eventualidad no se conseguían , papá los hacía, (al evocar esto me parece sentir otra vez el olor a lapacho en el aire). Y la masa, probablemente, era lo que más aguantaba; eso sí: si se rompía no tenía arreglo, había que comprar una nueva.
La masa venía ya con los agujeros para insertar los rayos, podríamos decir que es el núcleo que los sostiene y los distribuye. En las cavidades de la masa para los rayos, van como alternadamente, uno recto y el siguiente con cierta inclinación hacia adentro, otro recto, otro inclinado, y así todos.
Teniendo todas las piezas reparadas o reemplazadas por nuevas, sólo faltaba armar la rueda.La tarea era para conocedores. Para ello mi padre ponía en el suelo, en el patio, la llanta. Sobre ella, en toda la vuelta, encimadas prolijamente, astillas de leña, previos papeles con querosene debajo. Muy cerca, también sobre la tierra , apoyada sobre pequeños tacos de madera, la rueda armada: camas, rayos, masa. Sólo falta el suncho metálico que los mantendrá unidos y apretados.
Si sobre este conjunto se colocara la llanta en frío, la rueda se desarmaría, además de ser difícil de realizar este trabajo. Pero si la llanta se coloca caliente, al rojo vivo, el hierro se dilata, y luego al enfriarse aprieta y ciñe todas las partes.
Pues, el paso siguiente era encender el fuego sobre la llanta y cuando papá veía que ésta se ponía rosada, se la trasladaba entre varias personas (que en casa eran mis padres y yo,- no se si le tocó a algún otro hermano-). Para tomar en ese momento la llanta, mi padre, que a sido siempre muy habilidoso, había realizado unas tenazas largas, que se cerraban solas al tomar el hierro candente. Había que actuar muy rápido: tomar con las tenazas la llanta y ubicarla sobre la rueda de madera. Con la experiencia que le daba el oficio de años, de un vistazo papá sabía si iba a andar o por el contrario debía volver al fuego unos minutos más.Cuando por fin la llanta se colocaba sobre la rueda, comenzaba a quemar la madera de las camas. En ese momento mi padre echaba chorritos de agua en todo el perímetro para que dejara de quemar.

Este es todo el proceso de enllantado, oficio que se ha perdido en Copetonas.


Herrador de caballos
Este oficio también se ha perdido. Como hace falta una fragua y una bigornia cerca, los herradores llegaban a casa, donde papá tenía una herrería bien puesta, sobre calle La Rioja casi esquina Misiones. Los caballos necesitan atención en sus vasos , y ponerles herraduras para fortalecerlos. Pero cada animal tiene medidas distintas en sus partes córneas, por ello se trabaja la herradura si es preciso, para lo cual es menester calentarlas previamente.
Alguna vez, al principio, papá también herró algun  equino. 
Con el correr del tiempo,  cada tanto llegaba a casa algún fornido herrador, con su carga de herraduras y de clavos-que son especiales-, con una maza y una mordaza. Mientras se calentaban algunas herraduras en la fragua, ya preparaba el animal. Lo primero era retorcerle el morro con la mordaza, de manera que el pobre caballo estaba todo el tiempo ocupado y preocupado por lo que le pasaba en el hocico. Y luego, a mirarle la pata, una a una. El herrador se ponía una lona a modo de delantal, (no se el color de la tela, siempre estaba marrón, " artificialmente", claro), y levantando hacia atrás sin ningún miramiento la extremidad del caballo, probaba por encima la herradura. Si había que curvarla un poco, o abrirla, allá iba a la fragua donde estaban algunas ya rojas para ir adelantando. A veces había que pasar por la bigornia, luego se enfriaba con una rápida zambullida en un balde que estaba cerquita de la fragua, unos borbotones, unas salpicaduras, y allá iba rumbo a la pata. La pata, casi siempre apoyada en la rodilla del herrador, que, con golpes certeros le ponía los clavos respectivos, y así pasaba`por las 4 extremidades. Terminada la labor, le sacaba la mordaza al caballo, que quedaba largo rato reacomodándose la trompa...



2 comentarios:

  1. Muy interesante, algo que parece sencillo y tiene sus dificultades, principalmente en obtener los repuestos para armar la rueda, y la habilidad para armarla, no sabia que se llamaba enllantador.

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  2. Es interesante, sobre todo para aquellos que hoy ignoran totalmente qué se hacía por aquellos tiempos. Como me tocó vivir todo eso, lo cuento porque para quien describa los usos y costumbres de una época pasada, , tendrá elementos fidedignos para transmitir. Gracias Carlos, abrazo!

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