Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.
Mario Benedetti
Fino a los 18 años
Nevada en el año ´69. Atrás Hotel Vega.
En la foto, a la izq. Oscar Cristiansen,
Juan Cristiansen, Segundo Repetti, Alonso Prieto, Enrique Simonsen, Reynaldo Vega, Leone y Castro
(Foto gentileza de Aurora Alonso de Simonsen )
Esquina de Vega, hoy
Vista hotel Vega por calle La Rioja
Otra vista del Hotel Vega por la avenida.
Esquina del hotel que fué de Vacca
Nevada en el año ´69. Atrás Hotel Vega.
En la foto, a la izq. Oscar Cristiansen,
Juan Cristiansen, Segundo Repetti, Alonso Prieto, Enrique Simonsen, Reynaldo Vega, Leone y Castro
(Foto gentileza de Aurora Alonso de Simonsen )
Esquina de Vega, hoy
Vista hotel Vega por calle La Rioja
Otra vista del Hotel Vega por la avenida.
Esquina del hotel que fué de Vacca
Vista parcial de la esquina del Hotel Vacca
En primer plano, Ester A. de Hernández
Vista parcial del hotel de Vacca, sobre calle La Rioja
año 1957
Otra vista del zaguán y ventanas del hotel de Merlo(luego Vacca)
Al frente Juancito y Carmen Hernández (año 1951)
Al frente Juancito y Carmen Hernández (año 1951)
Internet es una herramienta maravillosa, pero no todo lo que se publica es cierto. Lo digo porque buscando datos sobre Copetonas, leí hace muy poco tiempo lo escrito por alguien sobre que "el hotel de su abuelo era el único del pueblo". Debo disentir, y aclaro que es sin ánimo de menoscabar el orgullo de nieto que seguramente le embarga a quien escribió esa frase. Porque hace mucho tiempo que el único hotel que sobrevivía ya no es de los dueños originales, y ya no es lo que era, y además porque mientras fue de su abuelo , existían dos hoteles más, es decir: convivían simultáneamente tres hoteles en Copetonas y durante décadas: Hotel Brinda, Hotel Merlo y Hotel Vega. Supe que alguna vez existió el Hotel Dinamarqués, pero tengo muy poca data sobre él. Parece que era de don José Hansen, luego lo vendió a don Carlos Velain, luego fue vendido a un Sr. González, hasta que quiebra.
Yo conocí el Hotel Brinda ( de Lorenzo Brinda , casado con una señorita de la familia Di Nápoli ), ubicado en lo que es hoy la plazoleta limitada por Diagonal Sur, Avda. General San Martín y calle Pedro Eugenio Aramburo. Pleno centro, calle por medio con el Banco Provincia. El Hotel Brinda desapareció hace mucho tiempo. Pero antes que estuviera Brinda, existió allí el hotel Barcala, que era de chapa.
Del Hotel de Merlo tengo más historia: primero fue de don Manuel Rivas, quien lo edificó en 1910 , ¡ya tiene 100 años!, luego, en 1912 pasa a manos de don José Narbaiza, le siguen José Santiago,Manuel Pérez Gutiérrez , luego lo compró Enrique Merlo, casado con María, italiana como él, mujer buenísima, noble, que le dió varios hijos. Explotó el hotel muchos años, y cuando falleció su esposo Doña María se fué a Mar del Plata , después de vender el hotel a Reynaldo Vaca. Calculo que sería allá por 1958/59. Vaca arribaba a esa calle La Rioja esquina Misiones, con su esposa Emma, y sus hijos Rubén, Ester y Norita.
Vaca verdaderamente lo supo explotar. Conocía el "target" del establecimiento, y cuando quiso cambiarlo, mejorarlo, lo hizo. Así, en un momento determinado da una "vuelta de tuerca" y comienza a dar de comer en su salón comedor, con precios tan convenientes que fuimos muchas las familias que no ensuciábamos ollas en casa. A los precios se sumaban buen trato, buena comida, y para nosotros la comodidad ya que vivíamos enfrente.
En otros momentos hubo allí cantantes con poca fortuna ,(aquellos que repartían fotos ya firmadas) que recorrían los pueblos, un poco para sobrevivir, otro poco con la secreta esperanza de que alguien los "descubriera" y apareciera un contrato fabuloso.
Así, con estas variantes y otras, funcionó el hotel muchos años.
Con los hijos de Emma y Reynaldo crecimos mis hermanos y yo, hasta que ya con todos los hijos grandes la familia decide trasladarse a Tres Arroyos.
Vaca vende el hotel, y lo explota por muy breve tiempo el Sr. Juan Rivas, quien estaba casado con una dinamarquesa de apellido Pagh, y tenían dos hijos pequeños aún. Estimo que habrán estado allí unos dos años, y luego lo venden a Reynaldo Vega, dueño del tercer hotel que yo mencioné. En realidad Reynaldo Vega prosigue la actividad que ya sus padres habían iniciado hacía muchos años , en el año 1921, cuando le compraron el hotel al Sr. Mantecón, en ese inmueble de la Avda. San Martín esquina La Rioja, exactamente a una cuadra uno de otro. Los padres de Reynaldo -Higinia y Bonifacio- realizaron reformas en ese hotel al que le pusieron por nombre Hotel Moderno. De esta manera ,Vega consigue monopolizar el ramo hotelero en el pueblo. El que fué hotel de Vaca nunca más trabajó como tal ; no había necesidad de tanto alojamiento, por lo que Vega alquila el salón de la esquina para uso de una confitería bailable . Lo demás fué tapera...
Y del Hotel Vega también puedo decir mucho: sus iniciadores fueron Higinia Gutierrez y Bonifacio Vega, esposos y españoles ambos. Higinia era prima hermana de mi padre, Juan Hernández Gutierrez. Nosotros vivíamos a menos de una cuadra del hotel, y cada tanto íbamos de visita. Había un gran corredor con habitaciones por calle La Rioja, y sobre éstas, un piso superior también con habitaciones cuyas puertas daban, desde lo alto, al corralón. El acceso a dicho corralón era por la avenida San Martín, y en la esquina estaba el gran comedor con su mostrador para despachar algún trago. Por dentro, y adosada al comedor , la cocina.
Sobre la calle La Rioja, además, estaba la sodería "Rody", de Reynaldo Vega. Reynaldo fué el que se hizo cargo del hotel a la muerte de sus padres, cambiando presumiblemente a partir de ahí el nombre al establecimiento.
Por cierto, el hotel siempre gozó de prestigio: la seriedad de sus dueños y el hecho de ser siempre de una misma familia contribuyó para que con las décadas se fortaleciera más y más. En sus habitaciones se albergaron docentes, (de aquellas primeras que venían desde Tres Arroyos o Cnel.Dorrego),viajantes y todo viajero que andaba por estos lares.
Higinia y Bonifacio tuvieron tres hijos: Ceferino (Fino), Alberto y Reynaldo. Fino falleció hace años, de Alberto no se nada, y Reynaldo vive ya muy mayor en Copetonas. Pero el hotel de Vega fué vendido, y no escapó a las mudanzas que trae el tiempo.
Higinia y Bonifacio tuvieron tres hijos: Ceferino (Fino), Alberto y Reynaldo. Fino falleció hace años, de Alberto no se nada, y Reynaldo vive ya muy mayor en Copetonas. Pero el hotel de Vega fué vendido, y no escapó a las mudanzas que trae el tiempo.
Del edificio original está la esquina, (todavía al frente, por arriba del toldo, se puede leer con cierto trabajo: Hotel de R. Vega), pero hoy es un almacén. El inmueble fue comprado por Eduardo Degrange, quien puso el almacén, y que realizó modificaciones sobre las habitaciones: ahora son cinco, dos de ellas con baño privado. Por ahora, Copetonas no necesita más. El corralón está menos expuesto a la calle y el piso alto ha desaparecido. En cuanto a la sodería, fue vendida a Bálsamo y hoy hay allí una coqueta casita familiar.
Pero para cerrar esta crónica , debo hablar del triste final de aquel hotel de Vaca: Sólo queda en pié la esquina, que cada tanto se reutiliza para boliche bailable; de las habitaciones, de las paredes, de los corredores nada queda. Poco a poco, todo fue cayendo. A principio de 2006 , esas gruesas paredes exteriores se desplomaron, sobre calle La Rioja, arrastrando en la caída la puerta del zaguán, y alguna ventana. Era el fin. Y ahí ví cómo eran esos ladrillos asentados en barro: tenían unos 50 o 60 cms. de largo por 10 de espesor y unos 20 de ancho!
Me golpeó ver ese cadáver; ahí descubrí que por atrás, hacia adentro, nada quedaba. Ni la planta de naranja, enorme, señorial, que había en el patio! Entiendo que se caigan los ladrillos, uno a uno, o todos juntos, pero al naranjo, quién lo mató?, y... porqué? Hoy todo es desolación y duele: tantos años formó parte del paisaje de mi barrio, tantas veces ingresé por el zaguán a visitar a mis vecinos, tantas veces repeché la veredita un poco elevada , para llegar al hotel, que todavía me parece recordar desde las baldosas del corredor hasta la última piedra de aquella vereda!
Cuántas historias guardan esas paredes! Cuántas se habrán perdido en el mismo polvo de las ruinas!