martes, 26 de octubre de 2010

Los médicos

Clínica del Dr. Del Valle Franco


Formalmente, la medicina inicia su actividad en Copetonas con la llegada del primer médico, Dr. Nicolás Capece, quien instala su consultorio en pleno centro, en la casa que durante años , posteriomente, fuera de Willy Andersen. ( Esa casa, en aquel tiempo ,ya era de un lujo extraordinario : dos baños completamente instalados, mármoles blancos por doquier, etc.) Corría el año 1918, y ejerció allí hasta el año 1922. Pero, mientras tanto, en 1921, llega a Copetonas el Dr. Mario Casetti, y abre su consultorio en el edificio que hoy ocupa el Instituto Secundario Almafuerte. El Dr. Casetti se va de la zona en 1927. Para ese entonces, ya estaba instalado y ejerciendo el Dr. Marcelino P. Allende, quien había arribado al pueblo en 1925. El Dr. Allende le compra en el ´27 las instalaciones al Dr. Casetti, que se iba, y en esa propiedad ejerce su profesión hasta 1946, año en que se va para la Capital Federal. Dicen los memoriosos que fue un gran amigo del pueblo. Mientras, en el año ´44, llegó el Dr. Néstor N. Campaña,* quien trabajó mas de tres décadas en nuestra localidad. También en el año 1946 , compra el Dr. González Mendoza las instalaciones al Dr. Allende, y trabaja allí hasta 1959, año en que resuelve irse a vivir a la Capital. Coincidiendo con la estadía del Dr. González Mendoza, ejerce también su profesión de médico el Dr. Bogelius, pero ignoro cuanto tiempo permaneció en nuestro pueblo. Este médico, tal vez olvidado por algunos (quizá porque no estuvo mucho tiempo, aventuro), me atendió a mí, que siempre tenía "boqueras", y con una pomada preparada por él, me curó, -cosa que ningún otro médico había logrado-. En 1959 llega a Copetonas el Dr. Luis Del Valle Franco, joven peruano, y se hace cargo del consultorio del Dr. que se va, González Mendoza. El Dr. del Valle Franco, provoca un boom en el pueblo, debido a novedosos tratamientos que realiza en sus pacientes. Su fama crece, acapara la atención de todos, trabaja muchísimo, y puede comprar el edificio, convirtiéndolo en una clínica. En esa clínica se empezó a operar en intervenciones menores, como apendicitis, por ejemplo.Pero era ciertamente temerario, ya que no contaba con lo mínimo indispensable que requiere un nosocomio de esa naturaleza . Sin embargo, los copetonenses, iban ilusionados allí, porque les quedaba cómodo y porque era un verdadero orgullo tener al fin ¡una clínica! No quisiera cometer ningún exceso, explicando cual era la terapia que este médico aplicaba a sus pacientes, terapia que acercaba a gente de toda la república y aún mas. Las colas eran larguísimas, en la vereda, con soles quemantes, con frío, con lluvia... La terapia novedosa y cuasi milagrosa consistía en aplicar al enfermo células de origen animal que popularmente se conocieron como "injertos". Imagínense, yo no soy médico, y trato de explicar ésto con suma cautela, para no herir a nadie ni faltar a la verdad. Pero lo cierto es que la buena estrella se apagó un día, algunos enfermos tuvieron problemas, y la clínica se cerró. El Dr. Del Valle Franco siguió su actividad en Tres Arroyos. En fin, que fueron muchos médicos los que pasaron por el pueblo : el Dr. Quiroga (1920/21), Dr. Kier (1927/28), Dr. Allerand (1932/33), Dr. Martini (1936/38), y le siguen otros como el Dr. Ramos Aguilar, Dr. Zucón, Dr. Haiek, Dres. Guzmán y Ertein, Dr. Carbajo Morán, Dr. Alfredo Angeloni, Dra. Cecilia Zorá, Dr. Angel Ibán (actual médico del pueblo), Dra. Lobo, Dr. Miguel Albanese. Es probable que el orden no sea estrictamente así, y además puede faltar la mención de algún médico; y si eso sucediera, me disculpo y aclaro que obviamente el error es por desconocimiento. Y aprovecho para reiterar que nuestra Delegación pone a disposición del médico que quiera radicarse en Copetonas, una casa del barrio municipal, sin estrenar aún y sin costo para el profesional que acepte.
 *Con respecto al Dr. Campaña, como fué el que más tiempo permaneció en el pueblo, y en definitiva, el que con su atención abarcó más generaciones, debo ponderar su trabajo, típico de esos tiempos: era médico clínico, (hoy generalista), pero era mucho más. Era el que sabía las historias familiares, y aconsejaba y serenaba al enfermo (cuántas veces un paciente sólo necesita que lo escuchen! ). Era el partero, el que sacaba las radiografías, el que suturaba un corte, el que enyesaba, prácticas que hoy en las ciudades los médicos clínicos ya no hacen; y además, visitaba a domicilio. Los que conocimos otra forma de ejercer la medicina, ¡ la pucha, cómo extrañamos esos tiempos!!

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