Mostrando entradas con la etiqueta Juan Ardanz. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Juan Ardanz. Mostrar todas las entradas

viernes, 18 de abril de 2014

Las voces de Pago Chico

Ruben, Jorge  y Pepe.
El primer conjunto musical folclórico fue armado allá por 1971. Lo llamaron " Las Voces del Haya". Cantaban en el Club Copetonas. Eran lindos tiempos aquellos: los domingos por la tarde, tango y folclore. Los tangos interpretados a dúo por Titino Monforte en bandoneón, y el gran guitarrista tresarroyense Néstor Sanguinetti . Ya en 1968, Ruben Emanuele había tenido la oportunidad de tocar con Sanguinetti, a quien admiraba. Y fue precisamente, Sanguinetti, quien enseñó guitarra a muchos copetonenses, ya que impartía clases en Tres Arroyos y la zona de influencia.
Volviendo a "Las Voces de Haya", este conjunto estaba compuesto así: Eduardo Abraham , 2° voz, y acompañaba con guitarra, Jorge Varela,voz grave  y 1° guitarra, Gustavo Castro, hacía la 1° voz y era 2° guitarra,  y Ruben Emanuele, 3° voz ,alta , y tocaba el bombo.
Pero ya en 1968 se habían reunido para hacer todo tipo de música, (cumbia, etc.) bajo el nombre de "Los Juveniles". Acá aparecen Osvaldo Brunand tocando acordeón a piano, Juan Carlos Ardanz, 2° guitarra - eléctrica-, Ruben Emanuele Batería, y Néstor Sanguinetti, 1° guitarra. El Club Copetonas organizaba tertulias y estos muchachos eran convocados para actuar y amenizar los encuentros bailables.También solían cantar muy seguido en el boliche Quinto Discoteque* que funcionaba en la esquina del hotel de Vega (ex-Vacca), hoy demolido.
Y además, en Z, otro boliche , en este caso, de Oriente.También amenizaban fiestas particulares. Tenían muchos seguidores.
Después continuamos con el folclore...
Con respecto a "Las Voces de Haya", siempre en la década del ´70 , Eduardo Abraham sale del conjunto, porque se casa, y el grupo decide cambiar el nombre por el de "Las Voces de Pago Chico", y siguen cantando como antes, en los mismos lugares. Luego se casa Pepito Castro, y cada uno de los integrantes fueron siguiendo el mismo camino, lo que al final provocó que el conjunto se disolviera.
Pero en el año 1972, los hermanos Strambi, César y Tutuca, habían concesionado la cantina del Club, y querían hacer tertulias. Sin embargo, no conseguían orquesta para ello, por lo que ven a Titino Monforte y le piden si podía conseguir algo, aunque fuera por un sábado, lo que les daría tiempo de contratar otra orquesta. Titino, que para eso era "como mandado a hacer", fué primero a ver al jefe de estación, Silva (que no se si aún era jefe, porque los ramales se habían levantado ya), porque éste tocaba el bajo . Luego fue a ver a Pepe Castro con su guitarra, a Ruben Emanuele - y su batería, claro-,  y junto a Titino armaron de "emergencia" un conjunto que ensayó una semana y salió al ruedo, con el nombre de "Dulce de Membrillo". sugerencia de Titino, de acuerdo a la tendencia  musical del momento . Y les fue muy bien.Pero sólo tocaron ese sábado, dándoles una mano a los hermanos Strambi. Después, nunca mas se juntaron.

Aquí, en octubre de 2012.
Cuando llega el Centenario de nuestra localidad, en octubre de 2012, "Las Voces de Pago Chico" son convocados otra vez. Y, con mucha emoción, 38 años después, se reunieron de nuevo! Sólo faltó Jorge Varela, quien se hallaba muy lejos de Copetonas.
Ensayaron para cantar sobre el escenario Enrique Contreras, y llegado el día, subieron.Cuántos sentimientos maravillosos vivieron! La gente los recordaba, los reconocía y los aplaudía con entusiasmo y cariño...


Esta es la historia artística de estos muchachos de pueblo que se animaron y triunfaron.
Hoy, prendida de nuevo en ellos, la llamita de la música, están pensando en reunirse cada tanto para volver a actuar. Seguramente en alguna fiesta donde estén presentes las cosas de nuestra tierra, los veremos juntos, para deleitarnos, como antes.

* Quinto Discoteque fue un boliche bailable creado por los estudiantes de 5° año del Instituto Secundario Almafuerte, en principio para juntar fondos para viajar a Bariloche.

martes, 25 de marzo de 2014

Notita de color : Las apariencias!

Este relato comienza con un Hubo una vez..., y prosigue así: ...un señor, habitante de Copetonas, que no sabía lo que era el llamado "perfil bajo". Ligado por herencia del trabajo de su padre al cereal, -como casi todo el pueblo directa o indirectamente-, era un tipo simpatiquísimo. Pero casi siempre, sin un peso en el bolsillo. Eso si: buena ropa, buenas botas, buena estampa ( bien plantado, digo), siempre con simpático aire de triunfador. Un día, hizo poner un cartel enorme, publicitando su negocio, cerca de los elevadores de granos, casi una avanzada de lo que serían con los años los pasacalles. Quería que lo vieran los aviones...
Cierta vez, viajó a Mar del Plata de vacaciones, por aquellos años en que viajar a la región, y mas allá también, era asegurarse un espacio en las páginas de Sociales en los diarios lugareños. Y, como les recuerdo, él no tenía ni por asomo perfil bajo, se subió a un elefante y posó para una foto que hasta hace poco mi padre conservaba, porque como era de esperarse, la publicó La Voz del Pueblo.
Claro, han pasado muchos años, tal vez ya no viva, pero tenía descendencia, que había procreado con su esposa, una hermosa mujer. ( Él  también era un hombre apuesto ), Y estaba emparentado con familias de Copetonas. Por eso reservo su nombre.
Pero lo mas desopilante para mi, es el episodio que vivió mi padre con él. Llega este señor a casa, a la herrería de papá, y le dice que compró una lancha, que está en el Reta, y que necesita algunos arreglos. Y le contó, además, que una vez que estuviera en condiciones, quería entrar al mar, pescar y vender el producto obtenido.
Mi padre jamás se negó a un trabajo, por lo tanto , acordó con este hombre el horario en el que al otro día pasaría a buscarlo para ir al balneario. Llegó, según lo acordado, en tiempo y forma, en su Jeep, y además venía con otra persona, para que les ayudara. Antes de salir de mi casa, le dijo a papá que convenía que llevara una botella con vino tinto, porque él llevaba blanco, y sabía que papá tomaba tinto.( en estos pueblos chicos se sabe todo, porque en sus conversaciones los habitantes hablan de todo, hasta de lo mas insignificante y cotidiano, como en una familia.)
Aclaro a la pasada, por si acaso, nomás, que mi padre bebía uno o dos vasos por comida, nada mas.
 Tambien le pidió que cargara la parrilla, para "tirar un churrasquito".
El caso es que al salir por la calle principal, a poco mas de una cuadra de casa, pararon en la carnicería de Juan Ardanz.Y claro, a la gente hay que darle de comer... Por ello, este buen señor, se bajó de un salto del vehículo, sacó una bolsa grande de arpillera que, doblada, permanecía bajo el asiento, la tomó como quien dice, "por las orejas", y de un sacudón enérgico, la desplegó, casi como en un ritual. E inmediatamente rumbeó para la carnicería. A los pocos minutos, reapareció, trayendo en su enorme bolsa ¡ un riñón! Les confieso que a esta altura del relato de mi padre estallo en carcajadas! es que me imagino la situación, y la cara de sus acompañantes! Me hace tanta gracia, que, cual si yo fuera un niño, le pido a papá, cada vez que voy, que me lo cuente otra vez!
Bueno, llegaron al Reta; la lancha era un desastre, desvencijada, pero cada cual compra lo que puede, no?  Pero la arreglaron.
Y al final, la parrilla no se usó porque allá hubo un amigo que les invitó a comer, y el vino blanco no apareció nunca, sencillamente porque no existía...
En definitiva, ésta es la historia de un hombre que quería aparentar, en su deseo de ser lo que no era...


miércoles, 26 de diciembre de 2012

De los 50 a los 100...

Estamos a horas del inicio del año 2013. Parece mentira! Yo, que soy del siglo pasado, alguna vez pensé: llegaremos al año 2000? Parecía tan lejano ! Eramos muchos los que pensábamos así. Y hasta imaginábamos ciudades y sociedades futuristas! Que absurdo, por Dios!
Y aquí estamos...; después de un año intenso, con alegrías y pesares, con altibajos económicos ( o no), con ilusiones y desilusiones, con nuestras luces y sombras.
Seguramente muchas cosas sucedieron y suceden en Copetonas a diario, porque el pueblo es dinámico y su gente se esfuerza en HACER, para si y para la comunidad, pero no todas trascienden. Y de este año que se nos va, mucho quedará sin contar.
Lo mas trascendente: vivimos por fin el Centenario de nuestro querido pueblo, con mucho entusiasmo y gracias al trabajo de muchísimas personas. Todavía resuenan sus ecos...
Y yo, recordando esos festejos, desde lejos, - y mientras espero en estos días volver allí-, no puedo menos que asociarlos a aquella lejana fiesta que se hizo en el año 1962, cuando era el Cincuentenario de la localidad. Y ahí, mi cabeza empieza a rememorar otros tiempos, otros nombres, de gente que tambien hizo Copetonas, de manera desinteresada, (con lo que no estoy diciendo que los de hoy no lo hayan hecho de igual manera).
Por ello, empiezo el relato desde muy atrás, ( y dispénseme si les molesto por ello):
Algunos me preguntaron, en los festejos de los 100 años de Copetonas, si mi padre, al que veían tan anciano, había nacido en el pueblo. Les respondí a todos que no, ya que mi padre nació hace 93 años en Faro, Partido de Coronel Dorrego.
Mi papá llegó a Copetonas en 1945, recién casado, -tal como ya lo conté en este blog-, para establecerse por elección en esta localidad.
Se dedicó a distintas tareas, para llevar adelante su hogar: "hizo" las cosechas, puso una despensita, trabajó la madera, hizo de albañil, fue herrero, desmontó parajes arbolados, fue propietario ferretero, inventó alguna máquina que le sirvió en la herrería, etc. En medio de todo esto, y de algo mas que seguramente olvido, porque no le esquivó al trabajo con tal de vivir y progresar honradamente, se hizo tiempo para las sencillas actividades sociales comunitarias.
En el hotel de Reynaldo Vaca, crearon -él y otros parroquianos, uno de ellos Tito Iglesias-, el club  de fútbol Talleres. Era un especial momento de ese deporte en Copetonas, y decidieron así, colaborar para que no decayera el fútbol ni los cotejos de los domingos en el pueblo.
Pero además, mi padre era convocado siempre para hacer asados en cualquier oportunidad de fiesta que se presentara. Generalmente, los asados eran hechos por Juan Ardanz, el carnicero del pueblo, quien le pedía colaboración a mi padre para tal fin, a quien consideraba su segundo en estos menesteres. Juan Ardanz fue una muy buena persona, colaboradora en todo, amigo incondicional de mi padre ( si habrán comido asados en el galpón de casa, cualquier noche, por el simple hecho de reunirse! Asados que compartía Miguel, el hermano de papá, Repetti, Romero,y algún otro, ocasionalmente, mientras las mujeres comíamos lo mismo pero en la cocina.)
Colaborando y trabajando , trabajando y colaborando, llegó la gran fiesta del cincuentenario.
Este hombre (mi padre), no nacido en Copetonas, pero integrado radicalmente al pueblo, fue una vez mas llamado a colaborar. Eran verdaderas colaboraciones, ya que NUNCA nadie cobró un peso. Pero, si a alguien se le hubiera ocurrido ofrecerles dinero, estoy segurísima que, dignamente, nadie hubiera aceptado.
Así, el 13 de Octubre de 1962, a las 2 de la mañana, empezaron los preparativos, sobre una de las paredes del galpón del F.F.C.C. Era tan importante la cantidad de asados a hacer, que Juan Ardanz, el jefe de la cuadrilla de asadores prefirió madrugar exageradamente. Se prepararon 41 metros de asadores, para cocinar 75 corderos y 64 vacas. El total? 139 animales! . Cada 10 vacas daba un total de 70 asados. Cuando el sol despuntaba, notaron que se aproximaba una gran tormenta, por lo que extendieron el techo 20 metros mas.¡ Hasta eso! Pero no llovió.
En la fotografía del momento, podemos apreciar , de izquierda a derecha,  a don Félix Duba, Juan Ardanz, Juan Hernández, Lito Duba, detrás de Lito, Marcelino Manríquez, por delante y con anteojos negros, Galo Hernández,  le siguen "Bigote" Sallago, Manuel Callegari, Roberto Castro y el Rubio Urban. Todos ellos, menos mi padre, Juan Hernández, ( si no me equivoco), están fallecidos. Se dan cuenta?  ¡Sólo quedó mi padre como testigo y protagonista del Cincuentenario! Por eso , me gusta no sólo pensarlo, sinó tambien plasmar aquí los nombres de estos hombres sencillos, generosos, de trabajo, que se sacrificaron para que todos nosotros pudiéramos disfrutar, lejos del calor y del humo, cómodamente sentados, el exquisito asado que nos ofrecieron. A la hora del Centenario, se olvidaron de estos nombres. Entiendo que algunos de los organizadores hayan sido desconocedores de la historia del pueblo por jóvenes, y otros, seguramente , por no ser nativos de Copetonas, con lo cual se perdió la oportunidad de dar una mirada abarcativa de esos 100 años copetonenses, ignorando u olvidando hechos y personas . Pero como este blog buscó desde el primer momento, rescatar del olvido personas y familias que HICIERON COPETONAS, es que recuerdo hoy a todos los mencionados.
Y debo decir que, al rememorar aquellos momentos, me aparecen figuras de las damas que se ocupaban de poner las mesas, hacer las ensaladas y servirlas, acercar los postres -creo que eran naranjas-, a cada uno de nosotros, y naturalmente, antes y después del almuerzo, limpiar. Pero no puedo recordar el nombre de todas ellas, por lo que hoy no cometeré la imprudencia de mencionar alguna. Si, me gustaría si alguien que lea este post, me ayuda  con los nombres, para tambien desde aquí , agradecerles.
Hay, sin dudas, un gran contraste entre un festejo y otro, porque en el Centenario los asadores, de Necochea, cobraban su trabajo. Y claro, los tiempos cambian...



martes, 31 de julio de 2012

Familia Rezzuti- Diaco ( ellos tambien hicieron Copetonas)

Llegaron desde Bahía Blanca, el 9 de julio de 1967. La familia estaba compuesta por Enrique Rezzuti , Vilma Liliam Diaco, y sus dos hijos varones muy  pequeños: el mayor (Claudio) cumpliría 3 años en Agosto, y el menor (Walter Ariel)  2 añitos en Septiembre.
Compraron el fondo de comercio de la panadería "La Estrella", de la Sra. Gregoria Anchorena de Palacios, y la rebautizaron " La Estrella de Copetonas".
Enrique con su oficio de panadero en Bahía Blanca, pasó a trabajar a la cuadra con César Omar Lozano, (el Ñato).
Y Vilma, con pase provisorio docente en la Escuela Nº 55 de Bahía Blanca, a la Escuela Nº 25. En el año ´68 pasó como docente a la Escuela Nº 30, y en el ´69 se hizo cargo de la dirección tras la salida de la Sra. de Pescader. En el año 1974 pasa a la dirección de la Escuela Nº 25 hasta su jubilación, el 31 de Marzo de 1979. A partir de allí, a trabajar detrás del mostrador de la panadería!
En 1982, al no poder llegar a un acuerdo con la familia Palacios para comprar el inmueble, compraron la casa lindera, de Pablo Haasgard, y construyeron allí la cuadra , toda azulejada y con los requisitos a que obligaban las disposiciones municipales. Se compró un horno metálico a gasoil semiautomático a una fábrica de Rosario.
Mientras, los hijos empezaron sus estudios en la Escuela Nº 30, y terminan la primaria en la Escuela Nº 25. Siguieron sus estudios en el Instituto Secundario Almafuerte, en nuestro pueblo, y los prosiguieron en la  Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca.
En Abril del ´94, Enrique se jubiló, por ello regresaron a Bahía Blanca, ya con sus hijos casados, y 2 nietos.
Hoy la vida les encuentra con 4 nietas y 2 nietos.

Vilma nos envía dos anécdotas muy graciosas:
Para un partido de fútbol en la cancha de Copetonas, los hijos sacaron una lata de galletitas vacía de la panadería y la usaron de bombo todo el partido , subidos a un camión. Por supuesto, la lata no sirvió mas.

Y la otra , era cuando estaban estudiando en la universidad, en Bahía. Hicieron una choriceada con los compañeros, con chorizos COPETONENSES!, fabricados por Juan Ardanz, y  enviados a la ciudad por El Pampa ( micro de larga distancia que antaño cubría la ruta 3, a Bahía Blanca). Eso es amor!!


Gracias a la Familia Rezzuti, muy especialmente a Vilma que me mandó el escrito.

Muchas caras conocidas, entre ellas se destaca la de la Sra. Directora,
Vilma Diaco de Rezzuti. Escuela Nº 30
Acá la familia, en el frente de su panadería, donde hoy
es sede de los Bomberos.
La Flia. Rezzuti, hoy.
     

miércoles, 21 de julio de 2010

Copetonas, ayer


Sin memoria no existimos,
y sin responsabilidad,
quizá no merezcamos vivir.

José Saramago


Aún cuando las economías de las pequeñas localidades eran mas pujantes antes, y había mayor cantidad de comercios, y mas diversidad de rubros , algunos artículos los comprábamos en Tres Arroyos, vía comisionista o viajando el propio interesado. Y eso continúa ahora y con mas razón ya que a los pueblos en general les cuesta sobrevivir , a pesar de la resistencia de sus habitantes, y quedan pocos comercios en pie. Pero yo conocí también al Copetonas de los ´50. Andaban a domicilio el verdulero, el carnicero, el lechero... Recuerdo al verdulero Francisco García; lo esperaba como si fuera un familiar querido; y me parece verlo hoy regalarme " golosinas" en medio de ruidosas carcajadas ¡ eran semillas de zapallo! Andaba en un charré y pesaba sus mercancías en una balancita "romana ", pesando con rápidos movimientos y siempre dando "la yapa". Mis padres tenían una hermosa quinta y demasiada verduras para nosotros, por eso mamá le cambiaba a García su fresca producción por fruta. ( En la foto aparecemos entre los repollos mi hermano Juancito y yo, en nuestra casa de calle La Rioja casi Misiones) También me acuerdo del lechero, -éste bajaba de su carro, a diferencia del verdulero-; llegaba a la puerta de la casa con su tarro de lechero en una mano y un jarrito en la otra. Mamá lo recibía con un hervidor o una olla y allí vertía el líquido blanco y gordo. Yo trepé a su carro ( los niños no pueden resistirse a esa pequeña gran aventura), que era con techo redondeado, y contaba al ingresar -subiendo al estribo por la parte de atrás-, con un tablón a cada lado, a mitad de altura de sus costados. Y cada tablón tenía a su vez agujeros de unos 20 centímetros de diámetro para colocar los tarros. El olor a leche penetrado en la madera repugnaba un poco. El lechero era Isa Padua. Y después, el carnicero. Mi memoria me trae a Juan Ardanz, que, con su carro con techo, traía la carne colgada tal como se cuelga en una carnicería. A ambos lados, paralela a los costados , una guía de hierro, y en ella, colgados en ganchos, cortes de carne que corría "a piaccere"según su necesidad y el pedido del cliente.
Una madera a modo de pequeño mostrador, donde fraccionar la carne y, además, una sierra manual, cuchillas, una chaira y la consabida balanza colgada, eran el complemento del atavío. Como el carro era de metal, las chapas del interior,con su grasitud (aunque estuvieran repasadas), tenían un brillo que me impresionaba,como si fueran de plata..En realidad la grasa animal hacía que no se oxidaran nunca.
Todo esto era muy cómodo para el ama de casa, a la que sólo restaba ir a comprar el pan, la mercadería de almacén o llegarse hasta la tienda. A veces, un acontecimiento extraordinario conmovía la rutina familiar y barrial: llegaba algún mercachifle, ofreciendo sus prendas, perfumes, telas... Pero en el pueblo todo estaba cerca: a media cuadra, a la vuelta de la manzana, etc. En el almacén siempre nos daban la "yapa" .Se vendía azúcar suelta, que envolvía el almacenero con baquía en papel de estraza, formando una especie de empanada con repulgue. No sabíamos de nylon, ni de plástico, todo era ecológico y reaprovechable. Y la lejía en botellas de vidrio tapadas con corchos que se ponían pálidos y demasiados breves, por el líquido elemento contenido. En aquellos tiempos podía ir yo al bar de Larsen y Lozano, anexado a su almacén , a dos casas de nuestro hogar, para comprar un vaso o una copa de anís, o de oporto, o cognac, para que mamá hiciera una torta, y con naturalidad me lo vendían.El almacenero vendía con libreta ; era un fiado que le permitía al cliente el desahogo temporario, hasta que se cobrara "tal cosa" o el sueldo, y el comerciante vendía y sabía que le iban a cumplir. También , si caían visitas inesperadas y nos veíamos en aprietos con la comida, corríamos al almacén de Larsen, aunque fuera feriado o domingo, a cualquier hora, golpeábamos las manos y pedíamos a Chicha, su esposa, si me podía vender fiambre , fideos o lo que mamá necesitara ; y siempre nos atendían.-"por dentro", como se decía-.

Por aquellos años no había en Copetonas colegio secundario, así que quien quería proseguir los estudios debía hacerlo viajando a ciudades vecinas, pero era ésto para pocos. Por lo tanto la mayoría de las jóvenes no podían ser enviadas por sus padres lejos del pueblo, así que lo mas común era- para las chicas de "buena familia"-( y dispénseme la expresión, pero así se decía ), estudiar Corte y Confección (ineludible), Dactilografía o Teneduría de Libros.Mi recuerdo para Pila Beltran de Mara, que me enseñó a cortar y coser. Cierto es que no había televisión y por ende, se leía mucho. Y además, lo que enseñaban en la escuela se aprendía y se aprehendía de verdad y no se olvidaba nunca. Al menos a mi me pasa.